La crisis del covid ha acelerado la digitalización de la economía. Lo que antes era una opción se ha convertido hoy en una obligación para sobrevivir. Dentro de este proceso se pueden incluir los medios de pago que tienen un claro perdedor hasta la fecha: el dinero en efectivo. Ante esta tendencia, el Banco Central Europeo ha pisado el acelerador en su proyecto del euro digital, según una publicación del periódico español elEconomista.es. Sin embargo, el propio banco central reconoce que el lanzamiento de esta forma de dinero puede conllevar riesgos para la economía (un gran riesgo es que el euro digital tenga demasiado éxito), por lo que es necesario estudiar el impacto de su lanzamiento y realizar pruebas a pequeña escala.

¿Qué es y qué no es el euro digital?

No es una nueva divisa, ni un criptoactivo, ni siquiera dinero bancario (el dinero que crean las entidades usando el multiplicador monetario). Aunque para el consumidor de a pie no existe diferencia alguna cuando paga con euros en metálico o con tarjeta, la diferencia es importante a la hora de analizar estos movimientos de millones de consumidores en los agregados monetarios y en los balances de los bancos.

El dinero en efectivo forma parte de la base monetaria (el dinero más puro), mientras que el pago con tarjetas o dinero electrónico es parte de la oferta monetaria, dinero creado por los bancos comerciales. El euro digital será como el efectivo, un dinero puro, público, creado y guardado en el banco central, pero electrónico y digital: una Central Bank Digital Currency (CBDC).

Se ha hablado mucho de las bondades del euro digital: puede ayudar a transmitir mejor la política monetaria, simplificar los pagos, reducir los tiempos a la hora de liquidar operaciones, puede mejorar la privacidad en los pagos digitales (será imposible igualarla a la del efectivo)… Sin embargo, su lanzamiento también viene acompañado de riesgos para la economía. Obviamente, estos riesgos y el impacto del euro digital en la economía es lo que impide a los bancos centrales lancen de un día para otro sus divisas digitales, pese al avance imparable de la digitalización y a la expectativa levantada.

 ¿Cuáles son estos riesgos?

Fabio Panetta, miembro del Comité Ejecutivo del BCE, resumía estos riesgos durante un discurso este mes de febrero. El economista italiano explicaba que «paradójicamente, un euro digital que tenga mucho éxito, si no se diseña adecuadamente, podría afectar la estabilidad monetaria y financiera». Hay que recordar que el euro digital será (si termina saliendo el proyecto) un activo muy liquido y seguro (no se vería afectado por quiebras bancarias), puesto que se encuentra en el balance del banco central como si de dinero en efectivo se tratase.

-Competencia para la banca. Un euro digital puede ser un duro competidor en la intermediación financiera que ahora dominan los bancos, reduciendo sobremanera los ingresos que obtienen a través de las diferentes formas de pago que ofrecen. «También podría atraer depósitos, especialmente si no se establecen límites y las condiciones son tan atractivas que el público transfiriera grandes cantidades de depósitos de los bancos comerciales a los bancos centrales. La preocupación es que esto podría conducir a una financiación menos estable y más costosa, una menor rentabilidad bancaria y, en última instancia, una reducción de los préstamos, lo que limitaría la financiación de la economía real», reconoce Panetta.

David Tercero-Lucas, investigador en Economía Aplicada de la Universitat Autónoma de Barcelona, explica en declaraciones a elEconomista que «si el banco central permitiera a los ciudadanos tener una cuenta corriente en el propio banco (en el BCE en este caso), no es desdeñable la posibilidad de que se produjera una salida de depósitos, aunque esto dependería de la remuneración de los mismos».

No obstante, el Panetta asevera que el diseño final del euro digital puede evitar este escenario manteniendo el papel de los bancos: «Los intermediarios financieros, en particular los bancos, proporcionarían los servicios de cara al público, como lo hacen hoy para las operaciones relacionadas con el efectivo. Nosotros proporcionaríamos dinero seguro, mientras que los intermediarios financieros continuarían ofreciendo servicios adicionales a los usuarios», explica Panetta.

-Pánicos bancarios digitales. Según un trabajo realizado por el propio BCE, los riesgos son potencialmente más pronunciados en tiempos de crisis. Esta es la segunda vía que podría afectar al sistema financiero. «Un euro digital daría acceso a un activo líquido seguro que, a diferencia del efectivo y en ausencia de restricciones relacionadas con el diseño, podría potencialmente mantenerse en grandes volúmenes y sin coste alguno. De hecho, si no se diseña correctamente, en tiempos de crisis un euro digital podría acelerar los pánicos bancarios digitales (los agentes moverían sus depósitos en los bancos a euros digitales seguros)», reconoce Panetta.

Tercero-Lucas señala que «con el fin de evitar las bank-runs, es decir, las retiradas masivas de efectivo, se implantaron los seguros de garantía de depósitos. Sin embargo, es cierto que una CBDC podría dar lugar a una nueva generación de bank-runs, las digital bank-runs, mucho más rápidas (prácticamente instantáneas), más frecuentes y de mayor impacto». Panetta cree que este riesgo no se puede descartar, aunque también existen algunas vías en el diseño del euro para reducirlo.

-Amplificación de shocks internacionales. La tercera forma por la que el euro digital puede tener un impacto serio en el el sistema financiero está en los flujos de dinero transfronterizos. Este dependerá de si los ciudadanos que viven fuera de la zona euro tienen acceso a esta divisa digital y de si se puede operar con ella en los sistemas de pago fuera de la zona euro. Si el diseño final del euro digital permite esto «también podría tener implicaciones de gran alcance para el resto del mundo», comentaba Panetta.

Un euro digital accesible a los no residentes podría hacer que la moneda única fuera muy atractiva como medio de pago seguro para las transacciones minoristas transfronterizas. Esto tendría consecuencias muy positivas, ayudando a solventar las ineficiencias en las infraestructuras de pago transfronterizas y facilitando las transferencias de remesas. Pero también puede generar fuertes movimientos en los flujos de capital.

¿Qué pasaría si los inversores (extranjeros y domésticos) ven ciertos riesgos financieros y económicos y deciden convertir sus inversiones en euros digitales? Panetta reconoce que esto amplificaría los shocks económicos internacionales. «El hecho de que un euro digital sea muy líquido puede hacer que los inversores extranjeros lo utilicen de manera desproporcionada y reequilibren (sus carteras de inversión) mucho más enérgicamente como respuesta a las crisis. De hecho, investigaciones recientes sugieren que, en presencia de una CBDC, los shocks podrían resultar en mayores fluctuaciones del tipo de cambio«, reconoce el italiano. Una entrada masiva de flujos de capital en el euro digital apreciaría sobremanera el tipo de cambio del euro, lo que a su vez tendría consecuencias sobre la economía del área monetaria. Por eso desde el BCE quieren evitar que el euro digital puede usarse como ‘inversión’. La intención es lograr de alguna forma que solo se pueda usar como medio de pago para reducir estos riesgos.

-La seguridad. «La emisión de una CBDC requiere de una estructura tecnológica compleja que podría estar sometida a ciberataques constantemente. Por ende, los bancos centrales (o los agentes encargados de proveer la CBDC) necesitarían trabajar con unos niveles de seguridad extremadamente elevados», comenta Tercero-Luchas.

-La propia privacidad. «Una de las características intrínsecas del efectivo es que ni el comprador ni el vendedor conoce su historia previa, es decir, es anónimo. Al igual que las monedas digitales privadas, una CBDC podría llegar a ser pseudo-anónima, en función de su diseño. Sin embargo, es muy difícil que alcance el grado de anonimato del efectivo. Algunos agentes, incluidos gobiernos de países autoritarios, podrían aprovecharse de esta situación» concluye el experto en CBDC y política monetaria de la UAB.

Reducir los riesgos limitando el acceso al euro digital

Para reducir parte de estos riesgos, el BCE está profundizando en el diseño del euro digital. En un intento por evitar que se convierta en un activo de inversión se podría limitar la cantidad de euros digitales que pueden acumular los agentes (familias, empresas…), para que no existiese la tentación de ‘transformar’ buena parte de los ahorros en euros digitales cuando aumente la percepción de riesgo sobre la economía y las finanzas. Otra opción sería penalizar (quizá con tipos negativos o comisiones) la tenencia de euros digitales a partir de cierto umbral.

Pese a que los detalles no están delimitados, Panetta indicó que el BCE podría limitar los depósitos a 3.000 euros en su sistema, algo que «sería mucho más que las necesidades de efectivo de la mayoría de la gente hoy en día».

Por ahora, el BCE ha abierto la puerta a realizar pruebas piloto del euro digital antes de su lanzamiento masivo en varias ciudades de Europa, aunque no ha señalado la fecha en la que podría ocurrir. Panetta comentó que «probar el euro digital en diferentes ciudades sería una decisión inteligente».

Fuente: elEconomista.es

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