El mercado respira tranquilo al observar que sus estimaciones se encuentran bien alineadas con la hoja de ruta de la Reserva Federal. Su presidente, Jerome Powell, confesó el viernes que el banco central de Estados Unidos podría empezar a reducir sus compras mensuales de bonos este mismo año. No obstante fue claro al reiterar que la retirada de los estímulos no implica que los funcionarios tengan prisa por comenzar a subir los tipos de interés.

«El calendario y el ritmo de la próxima reducción de las compras de activos no pretenden ser una señal directa sobre el momento de la primera subida de los tipos de interés, para la cual hemos articulado una prueba diferente y sustancialmente más estricta», explicó el guardián que vela por el pleno empleo y la estabilidad de los precios durante su intervención virtual en el tradicional simposio de Jackson Hole (Wyoming).

En este sentido recordó que el Comité Federal de Mercados Abiertos (FOMC, por sus siglas en inglés) seguirá manteniendo el rango objetivo del tipo de interés de los fondos federales en su nivel actual hasta que la economía alcance condiciones consistentes con sus objetivos. «Nos queda mucho camino por recorrer para alcanzar el máximo empleo y solo el tiempo dirá si hemos alcanzado el 2% de inflación de forma sostenible», matizó.

La Reserva Federal redujo su tipo de interés de referencia a corto plazo a casi cero cuando la pandemia hundió a la economía estadounidense en marzo de 2020 y engulle 120.000 millones de dólares mensuales en valores del Tesoro y activos respaldados por hipotecas (MBS, por sus siglas en inglés) para proporcionar un estímulo adicional. Su balance ha crecido en más de 4 billones de dólares desde el azote del covid-19 y actualmente supera los 8 billones de dólares.

Buenos datos de empleo, pero cuidado con la variante Delta

Desde su última reunión de política monetaria del pasado julio, la economía de EEUU ha experimentado «más progresos» en forma de «un sólido informe de empleo», pero también «una mayor propagación de la variante Delta», según relató Powell. Aún así, pese a este riesgo a corto plazo, consideró que «las perspectivas son buenas para seguir avanzando hacia el máximo empleo».

Tanto es así que el principal funcionario de la Fed determinó que «si la economía evoluciona en general como se prevé, podría ser apropiado empezar a reducir el ritmo de las compras de activos este año». Un claro aviso de que el tapering es ya una realidad que, sin embargo, cuenta con flexibilidad suficiente de ser anunciado oficialmente bien en septiembre, noviembre o diciembre, publicó eleconomista.es.

¿Quién ganará y quién perderá?

«En las últimas 24 horas, varios halcones de la FED han presionado para que el tapering se anuncie en la próxima reunión de setiembre. Pero aunque veamos otro buen dato de empleo en agosto, sospechamos que la amenaza de la variante del Delta significa que la mayoría de los funcionarios querrán esperar hasta la reunión de noviembre para dar luz verde», explica Paul Ashworth, economista jefe de Capital Economics.

De hecho, los economistas de Goldman Sachs también han aumentado las probabilidades de que la FED anuncie el inicio de la reducción de sus compras de bonos en noviembre, prediciendo que el banco central probablemente optará por reducir las compras en 15.000 millones de dólares (10.000 millones en bonos del Tesoro y otros 5.000 millones en MBS) y mantener el ritmo en las reuniones posteriores.

 

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