Hace un siglo, solo el 15% de la superficie terrestre se dedicaba a cultivos y pastos; el último mapa global de la naturaleza, publicado recientemente en la revista Nature, revela que más del 77% del territorio –sin la Antártida– y el 87% del océano sufre el impacto directo de la acción humana. En un trabajo tras otro, los científicos constatan que estos cambios están provocando una extinción acelerada de especies cuyas consecuencias para la humanidad son al menos tan graves como las del cambio climático. Para combatir este fenómeno es esencial la labor de organizaciones nacidas de la sociedad civil, como las que reconocen los Premios Fundación BBVA a la Conservación de la Biodiversidad. La ceremonia de entrega de la XIII edición de estos galardones ha congregado ayer miércoles en la sede madrileña de la Fundación BBVA a numerosos representantes de la comunidad de conservación, entre ellos naturalistas, investigadores, miembros de organizaciones ambientales y comunicadores.
El presidente de la Fundación BBVA, Francisco González, ha resaltado el impacto social de las organizaciones de defensa de la naturaleza: “Anteriormente la labor conservacionista estaba circunscrita a organizaciones minoritarias. Afortunadamente hoy el público ha interiorizado bastantes elementos de la visión conservacionista. Contamos con un amplio espectro de organizaciones, locales unas, globales otras, capaces de dar vida a programas significativos, unas veces a través de formas de acción colectiva y demandas a los decisores públicos y privados, otras impulsando y gestionando programas conservacionistas. Ambas son estrategias imprescindibles dada la magnitud de los retos a abordar en esta primera parte del siglo XXI”.
“Seguimos sin ser plenamente conscientes de nuestra total dependencia de la biodiversidad”, ha señalado Francisco González, recalcando que sin insectos polinizadores, o sin el plancton sostenedor de la cadena trófica, no es posible nuestra civilización. “Damos por hecho la obtención ininterrumpida de estos servicios proporcionados por los ecosistemas; y, sin embargo, estamos alterándolo gravemente”.
Para el presidente de la Fundación BBVA, “contraponer la especie humana a las demás, como si el resto de los habitantes de la Tierra poblaran un escenario que nosotros solo contemplamos, es una visión errónea. Los humanos también estamos en el escenario de la naturaleza, y somos actores protagonistas de lo que en ella ocurre. Nuestra propia supervivencia depende de que seamos capaces de preservar la extraordinaria riqueza del hogar planetario que compartimos todos, la casa común de la Humanidad, el único lugar del universo donde, hasta el momento, tenemos la certeza de que ha surgido la vida”.
Complementando esta visión de la biodiversidad –el llamado “conservacionismo utilitario”–, Francisco González ha defendido también el “conservacionismo biocéntrico, la actitud de conservar porque reconocemos que todas las formas de vida con las que compartimos el Planeta son valiosas en sí mismas y merecedoras de respeto”.
El presidente de la Fundación BBVA se ha referido a los dirigentes que “siguen negando o deflactando la evidencia sobre la gravedad del desafío ambiental”, pero también a “otros líderes y decisores mejor informados” que sin embargo expresan “tan solo un compromiso genérico, tibio, muy por debajo de lo esperable”.