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La tasa de desempleo de la OCDE se mantiene en el 4,9 % en mayo de 2025, la misma que hace un año. Sin embargo, se observan indicios de debilitamiento, con una desaceleración del crecimiento del empleo y una escasez de mano de obra que regresa a los niveles previos a la COVID-19 en muchos países.
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Según el informe de Perspectivas del Empleo de la OCDE, el mercado laboral español continuó mejorando en 2025, pero el desempleo sigue siendo un reto importante. La tasa de empleo de las personas de 15 a 64 años alcanzó un máximo histórico del 66,5 % en el primer trimestre de 2025. Esto redujo la diferencia con la media de la OCDE a tan solo 3,8 puntos porcentuales, frente a los casi 10 puntos registrados tras la crisis financiera mundial. A diferencia de la mayoría de las demás grandes economías de la OCDE, el desempleo continuó su tendencia a la baja en 2025, situándose en el 10,8 % en mayo (véase la figura siguiente). A pesar de este progreso, España sigue teniendo la tasa de desempleo más alta de la OCDE, más del doble de la media.
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Se prevé que el PIB español siga creciendo, aunque a un ritmo más moderado que en los últimos años. Tras un sólido crecimiento del 3,4 % en 2024, se prevé que la economía crezca un 2,4 % en 2025 y un 1,9 % en 2026, lo que refleja, en parte, el aumento de las tensiones comerciales. A pesar de ello, la sólida demanda interna debería seguir mejorando las condiciones del mercado laboral, y se prevé que el desempleo siga descendiendo hasta el 10,7 % a finales de 2025 y el 10,1 % en 2026.
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Desde noviembre de 2024, España concede a los trabajadores hasta cuatro días de permiso retribuido cuando las autoridades imponen restricciones de movilidad por causas meteorológicas o cuando fenómenos meteorológicos extremos hacen inseguros los desplazamientos, siempre que el trabajo no pueda realizarse de forma remota. Los empleadores deben cubrir el coste de este permiso. Si bien esto sitúa a España entre los países líderes en la protección de los trabajadores frente a las perturbaciones climáticas, también supone costes adicionales para las empresas, que a menudo se ven afectadas por las mismas perturbaciones climáticas extremas.
Las tasas de desempleo se mantienen bajas