En el año 2000, Bill Clinton firmó la AGOA, una ley que abría a una treintena de países africanos las puertas al mercado de Estados Unidos. El 30 de septiembre de este año expiró el acuerdo sin que nadie levantara un dedo en Washington, ni en el Congreso ni en la Casa Blanca. Desde este mes de octubre, miles de exportadores africanos se enfrentan a durísimos aranceles que llegan hasta el 47% y ponen en riesgo más de un millón de empleos. En paralelo, la retirada de EEUU ha despejado completamente el camino a China, quien ya tiene una posición estratégica en el continente, conforme a una publicación del diario  español eleconomista.es.

Aunque la presencia de EEUU ha ido disminuyendo con los años, su retirada del acuerdo comercial más importante con África después de recortar los fondos de ayuda humanitaria puede generar una grave crisis económica en varios países. Según cifras del Instituto Alemán de Desarrollo y Sostenibilidad citadas por Associated Press, hasta 1,3 millones de puestos de trabajo están en riesgo en países con producciones clave como Kenia (ropa), Angola y Nigeria (petróleo) o Sudáfrica (automóviles y minería).

Comercio al alza

La ley de oportunidad y crecimiento de África (African Growth and Opportunity Act, AGOA) surge en el contexto eufórico de Occidente de los 90. El capitalismo, encabezado por EEUU, cerraba el siglo XX habiendo vencido a todos sus enemigos: los vestigios del autoritarismo feudal, el fascismo y, finalmente, el comunismo. La Unión Soviética se había disuelto y el resto de los Estados socialistas, con China a la cabeza, caminaban a una suerte de capitalismo reformista que más tarde se denominó estatal.

Un año más tarde llegó la crisis financiera de la que Occidente nunca se recuperó. China recogió el testigo dejado por EEUU y Europa: empezó a aumentar sus ventas hacia los países africanos, labró acuerdos comerciales que redujeron los aranceles, ofreció créditos muy suculentos para las élites africanas mientras construía infraestructuras por todos los países. Uno de los últimos pasos llegó con la apertura de una base militar en la estratégica Yibuti.

Todos estos pasos han llevado a que EEUU importara en 2024 solo 8.000 millones de dólares, según datos del CSIS. El comercio entre China y África ese mismo año fue de 295.000 millones de dólares, según estimaciones del Instituto de Investigación de Política Internacional.

Infraestructuras y deuda

El avance de China por el mundo ha recalado en multitud de puertos africanos con los que Pekín guarda una enorme trascendencia. El modus operandi es financiar proyectos de construcción de terminales, carreteras, plataformas logísticas, etc., que son, a su vez, levantados y operados por empresas chinas. Un estudio de PwC estima que por cada dólar que China invierte en los puertos africanos se generan 13 dólares por las actividades comerciales.

Este escenario ha llevado a que diversos Ejecutivos africanos consideren cambiar sus emisiones de títulos del tesoro. Los Gobiernos africanos venden su deuda a China con la esperanza de que esas inversiones devengan en mayor crecimiento económico. Una información de Bloomberg indica que Etiopía y Kenia, dos de los países de África Oriental con mayor desarrollo, están en conversaciones con China para convertir su deuda denominada en dólares a yuanes.

«China es ahora un socio muy importante para nosotros, con un volumen creciente de comercio e inversión», declaró Eyob Tekalign, gobernador del banco central etíope, en una visita a Pekín el mes pasado. «Realmente tiene sentido organizar algún intercambio de divisas […]. Así que, absolutamente, esto es algo en ciernes: lo hemos solicitado oficialmente y estamos trabajando en ello».

La retirada de EEUU deja una pequeña ventana de oportunidad para que otros países, en particular la Unión Europea y las naciones del golfo Pérsico.

Fuente: El Economista

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