En el marco de las celebraciones del Día de la Mujer Paraguaya, se inició un plan de capacitación de género del proyecto PROEZA, a cargo de la especialista en género, Gabriela Schvartzman. Se realizará una serie de talleres con el equipo del proyecto que tiene como objetivo el logro de las metas de igualdad de género en PROEZA.

El 24 de febrero se conmemora el Día de la Mujer Paraguaya, una oportunidad para valorar y visibilizar el aporte histórico de las mujeres en la sociedad paraguaya, desde los ámbitos económico, político, social, cultural y ambiental. En particular, es importante hacer énfasis en las mujeres de las zonas rurales, donde la brecha de género está más acentuada.

Con el objetivo de aportar al proceso de visibilización de la mujer rural y dar a conocer las iniciativas que buscan impactar positivamente en sus vidas y en sus comunidades, se realizó un taller en el marco del Proyecto PROEZA, en el cual se dialogó entorno a los aspectos mencionados a continuación.

Aporte fundamental

El aporte de las mujeres rurales en la producción de alimentos es fundamental para mantener la seguridad alimentaria de las familias y las comunidades, la organización comunitaria y la reproducción de la cultura campesina. Además del trabajo en el campo, las actividades domésticas no remuneradas que realizan las mujeres rurales (cuidados, crianza, organización del hogar, alimentación) significan un aporte a las economías familiares y locales que debe ser medido y cuantificado, de tal manera a que se logre su reconocimiento en el Producto Interno Bruto, según recomienda la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW).

El rol de las mujeres rurales vinculado a la seguridad alimentaria las convierte en agentes fundamentales del cuidado de los recursos naturales y de la conservación de la biodiversidad a través de la producción y conservación de semillas, la transmisión de sus conocimientos sobre plantas medicinales y las prácticas agroecológicas.

A pesar de tener participación activa en la producción, sus trabajos siguen invisibilizados. Una manera de observar esto es con los datos acerca de los ingresos: de acuerdo a la Encuesta Permanente de Hogares (EPH, 2018), el promedio de ingresos de los hombres en el área rural es de G. 2.293.000, mientras que el de las mujeres rurales, G. 1.301.000.

Las brechas de género en el campo

Las mujeres rurales enfrentan múltiples dificultades estructurales que las ubican en posiciones de desventaja y vulnerabilidad, poniendo en riesgo el cumplimiento de sus derechos y limitando su poder transformador para el desarrollo rural. Entre ellas, podemos citar:

Tenencia de la tierra: a pesar que hubo avances a partir de la vigencia del Estatuto Agrario en el año 2002, las mujeres siguen teniendo áreas menores, reciben menos asistencia técnica y acceden menos a servicios financieros. La distribución de la propiedad refleja que el 73% de las fincas están en manos de hombres mientras el 27% pertenecen a mujeres en calidad de titulares, ocupantes o solicitantes, según datos del Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra (INDERT).

Acceso a educación: En las Escuelas Agrícolas subvencionadas por el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), en total se registran 1.311 matriculados, de los cuales 1.089 (83%) son hombres y 222 (17%) son mujeres, de acuerdo a la Dirección de Género y Juventud (2017). La educación es un factor preponderante del empoderamiento social y político de las mujeres, por lo tanto, las brechas de acceso a una formación técnica agrícola repercuten luego en la participación de las mujeres en otros ámbitos tales como el organizativo, el laboral, el académico y el de la investigación científica agropecuaria.

Mujeres indígenas

En cuanto a la situación de las mujeres indígenas en el marco de los derechos territoriales y la tenencia de la tierra la situación de vulnerabilidad es más compleja. Datos del último Censo Indígena del año 2002 indican que solo el 54% de las comunidades indígenas asentadas en sus propios territorios poseen títulos de propiedad.

La titularidad de la tierra en las comunidades indígenas es colectiva y esto no debería entenderse como un obstáculo para las mujeres y su desarrollo, sin embargo una de las amenazas más importantes para las mujeres indígenas y sus comunidades en la actualidad es la expansión de la frontera agrícola y ganadera sobre sus territorios lo que implica deforestación, contaminación ambiental y pérdida de biodiversidad, deteriorándose gravemente su seguridad y soberanía alimentaria, su salud y calidad de vida en general. Además, la pérdida de territorios implica en muchos casos la migración de los varones para trabajar fuera de sus comunidades y fuera del campo. En esta situación las mujeres indígenas asumen el sostenimiento de la comunidad, multiplicándose las tareas de subsistencia ya que absorben también aquellas que tradicionalmente realizan los hombres (OXFAM y ONU Mujeres, 2017).

Sector forestal

Generalmente las mujeres se encuentran en desventaja en cuanto al acceso y control sobre los recursos forestales y a la disponibilidad de oportunidades económicas. Las actividades forestales suelen estar diferenciadas por género: mientras que los hombres suelen estar interesados en los árboles con fines comerciales, las mujeres son más proclives a favorecer los productos forestales para la subsistencia, como para la alimentación, leña, forraje y mejorar la fertilidad del suelo.

Las mujeres a menudo tienen un conocimiento muy especializado de los árboles y los bosques en cuanto a diversidad de especies, ordenación y usos para diversos fines, y una buena comprensión de las prácticas de conservación. En comparación con los hombres, el conocimiento de las mujeres tiende a estar vinculado más directamente con el consumo de alimentos en el hogar y la salud, que puede ser particularmente importante durante las crisis alimentarias, cuando la recolección y venta de productos forestales de las mujeres pueden ser fundamentales para la supervivencia de la familia.

Sin embargo, el conocimiento de las mujeres rara vez se reconoce en los planes de ordenación forestal, y existe la necesidad de apoyar el conocimiento de las mujeres sobre cuestiones forestales para mejorar los medios de vida rurales y fortalecer la resiliencia de los hogares.

¿El mejor homenaje? Trabajar por la eliminación de las brechas de género

El proyecto PROEZA (Pobreza, Reforestación, Energía y Cambio Climático) apunta a generar un importante impacto en la reducción de las brechas de género vinculadas al cambio climático, generando condiciones igualitarias de participación para las mujeres rurales en el acceso y control de los activos y recursos naturales y productivos, la información y el conocimiento.

La igualdad de género y el empoderamiento de la mujer son indicadores que aseguran el cumplimiento de los objetivos de manera sostenible y equitativa. Para el efecto se tiene previsto beneficiar con la implementación de sistemas de producción agroforestal climáticamente inteligentes y bosques plantados multifuncionales a 17.100 familias que viven en la pobreza y la pobreza extrema en la zona del proyecto afectada por el cambio climático. Un criterio del proyecto es que el 50% de estos hogares tengan a mujeres campesinas e indígenas como jefas de hogar.

Además, en 7.500 hogares se introducirán cocinas mejoradas que beneficiarán a la familia y principalmente a las mujeres, reduciendo su exposición a un alto nivel de emisiones y reduciendo la carga de tareas domésticas vinculadas con la elaboración de alimentos.

Para lograr las metas de igualdad en el marco del proyecto se trabajará en:

  • Fortalecer capacidades institucionales para que el enfoque de género sea transversal en las diferentes instancias y equipos de trabajo que conforman la gobernanza del proyecto PROEZA.
  • Mejorar la posición de las mujeres rurales en las cadenas de valor forestales, fortaleciendo sus capacidades productivas y organizativas.
  • Promover la corresponsabilidad entre hombres y mujeres en el hogar y la comunidad para reducir la sobrecarga de tareas de las mujeres en estos ámbitos.

El Proyecto PROEZA se encuentra en su primera etapa de implementación, la cual prioriza los departamentos de San Pedro, Caaguazú y Caazapá, en línea con el Plan Nacional de Reducción de la Pobreza “Jajapo Paraguay”. Es importante mencionar que, de acuerdo a los criterios de selección de participantes, la prioridad del proyecto son las mujeres jefas de hogar y comunidades indígenas que participan del Programa Tekoporã.

PROEZA es coordinado por la Secretaría Técnica de Planificación (STP) y es ejecutado a través de una gobernanza integrada por el Ministerio de Desarrollo Social (MDS), el Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADES), el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), el Viceministerio de Minas y Energías (VMME), el Instituto Paraguayo del Indígena (INDI), el Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra (INDERT), el Instituto Forestal Nacional (INFONA) y la Agencia Financiera de Desarrollo (AFD), con el apoyo técnico de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el apoyo financiero del Fondo Verde del Clima (FVC).

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