Los gabinetes de estudios privados españoles y los organismos internacionales llevan alertando hace meses de una desaceleración de la economía española, publica hoy El Economista. El panel de Funcas, que recoge la opinión de los principales gabinetes de análisis españoles, preveía a principios de julio que este año la economía se reduciría su crecimiento al 2,8%, por debajo del 3% de los últimos años, y que el próximo 2019 caería al 2,4%. Sin embargo, los datos conocidos la semana pasada muestran una caída más brusca de lo esperado.
El adelanto de Contabilidad Nacional del primer trimestre fue el primer aviso. El INE desveló que la economía ha reducido su ritmo de crecimiento al 0,6% trimestral, rebajando el anual al 2,7%. Desdecía previsiones como la de Airef que a principios de junio apostaba por un incremento trimestral del 0,8% para el segundo y también para el tercer trimestre. La CEOE a principios de julio pronosticó un crecimiento del 0,7% entre abril y junio.
La ralentización de la economía mundial y los mayores precios del petróleo explican en parte el descenso en los ritmos de la economía española. De hecho, la demanda exterior restó dos décimas al crecimiento, justificando el aumento de las seis décimas registrado en el segundo trimestre.
Pero la gran sorpresa vino del consumo privado. Según el adelanto de la Contabilidad Nacional, el consumo privado subió el 0,2 por ciento frente al 0,7 por ciento del primer trimestre, y de lejos el más bajo de los últimos seis trimestres. El Índice de Compras (PMI) del sector servicios conocido el viernes confirmó este retraimiento del consumo de los hogares. El PMI de julio apunta que «el ritmo de crecimiento de la actividad comercial del sector servicios español experimentó una marcada desaceleración en julio y aumentó al ritmo más lento desde noviembre de 2013». El informe apunta igualmente que «la expansión de los nuevos pedidos también disminuyó y los indicios de que la demanda podría estar bajando han provocado una caída del sentimiento con respecto a las perspectivas de la actividad para los próximos doce meses».
Creación de empleo
El segundo toque de atención lo dio el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social con las cifras de afiliación y paro registrado. Si bien es cierto que se han marcado récord al superar los 19 millones de cotizantes y rebajar a 3,1 millones el número de trabajadores apuntados en las oficinas de Empleo, los datos de julio hicieron saltar las alertas en la CEOE y la oposición. La afiliación a la Seguridad Social aumentó en julio en unas 35.800 personas, los niveles de julio más bajos desde 2013 y un salto desde los 91.300 afiliados más de junio o el incremento de cotizantes de mayo, 237.000, o los 176.400 de abril.
Algo similar se detectó con la reducción de las listas del desempleo. En julio bajó el número de parados en 27.141, mejorando los datos de doce meses atrás, pero a distancia de las reducción que se venían produciendo en los meses anteriores. Desde el Gobierno se reconoció «la moderación» del crecimiento del empleo.»
El turismo, a pesar de seguir a ritmos récord en la entrada de visitantes, mostró cansancio en junio al crecer sólo el 1,8 por ciento, frente a incrementos del 11,6 o el 11,7 por ciento del mismo mes de los dos últimos años. La recuperación de competidores del norte de África y la subida de los precios en España podrían estar detrás de este descenso en el crecimiento. Afortunadamente, aumenta el gasto medio por turista, salvando los ingresos.
El sector exterior es otro de los indicadores preocupantes. Las exportaciones españolas de mercancías crecieron un 2,8 por ciento de enero a mayo respecto al mismo periodo de 2017, mientras que las importaciones lo hicieron al 4,4 por ciento interanual. Como resultado, el déficit comercial de los cinco primeros meses sube un 23,5 por ciento. El crecimiento de las exportaciones españolas se sitúa por debajo del registrado en el conjunto de la zona euro (3,7 por ciento) y la UE (3,5 por ciento), así como de las principales economías comunitarias y mundiales.