La dura consecuencia de la política migratoria de Estados Unidos va dejando un vacío laboral en el sector de la construcción, una industria que carece de mano de obra todos los meses desde hace años en el gran país del Norte. Se estima que este sector lleva una década con escasez de trabajadores y que mensualmente hay un faltante de cercano a los 300.000 empleados, según Robert Dietz, economista jefe de la Asociación Nacional de Constructores de Viviendas (NAHB, por sus siglas en inglés).
Como el caso de Kilmar Ábrego García, también está el vacío laboral que dejó el migrante mexicano Leonel Chávez, quien fue detenido a mediados de agosto junto a su hermano Ricardo Chávez en Norwalk, Connecticut, y luegodeportado a Tamaulipas, en México.
Su detención, en la que según el Gobierno mexicano hubo exceso “en el uso de la fuerza”, se realizó mientras los dos hermanos iban rumbo a su trabajo. Leonel Chávez, que vivía en Estados Unidos hace décadas, llevaba adelante un pequeño negocio de construcción desde hace unos cinco años. Su hija mayor, Leonela, se hará cargo del negocio ahora, pero Leonel ya no está ahí para dirigirlo.
Boris Bolagay es otro caso relacionado a la industria de la construcción. Es migrante ecuatoriano y vivió los últimos cuatro años en EE.UU. Pese a que estaba en proceso para regularizar su estatus migratorio, decidió regresar de manera voluntaria a su país de origen recientemente.
Bolagay regresó a Ecuador junto a su familia. Dice que tomar esa decisión fue más fácil al considerar la situación migratoria en tiempos de Trump, así como la precarización del trabajo para los inmigrantes.
“Cuando tomamos la decisión de regresar tampoco fue algo que lo pensáramos mucho, porque creo que la situación migratoria con el presidente Trump estaba supercomplicada (…) Por ejemplo, tú ibas por la autopista y ya te encontrabas patrulleros de la Patrulla Fronteriza, hacían requisas a las camionetas que pasaban porque como inmigrantes nosotros nos tocaba trabajar en lo que hay y lo que más había era construcción, entonces era mala paga”, señala en entrevista.
Trabajadores como Bolagay comenzaron a tener miedo de salir a trabajar en empleos de la construcción, sobre todo cuando una de las estrategias del Gobierno estadounidense para detener inmigrantes indocumentados se ha centrado en acudir a negocios como Home Depot.
Redadas en empresas
Los jornaleros llevan mucho tiempo reuniéndose afuera de los estacionamientos de tiendas Home Depot o comercios similares para buscar trabajo. Home Depot, en particular, es un lugar conveniente para que contratistas y propietarios se acerquen y contraten trabajadores para pintar paredes, poner techos y realizar otros trabajos manuales. A esta fuerza laboral a menudo se les paga en efectivo, y muchos regresan a estos lugares todos los días con la esperanza de conseguir más trabajo.
“Las recientes redadas de inmigración en empresas en todo el país están creando serios desafíos para las economías locales, comunidades e industrias que dependen de la mano de obra inmigrante para operar y prosperar”, dijo Rebecca Shi, directora ejecutiva de la American Business Immigration Coalition, un grupo que representa a empleadores con inmigrantes.
Este trabajador, quien habló este verano bajo condición de anonimato por temor a la deportación, ha dejado de buscar empleo fuera de un Home Depot en East Windsor, Nueva Jersey. “Esta es la temporada más importante para que trabajemos, y el miedo nos está impidiendo salir”, agregó.
A pesar del miedo, esta población debe salir a trabajar para poder pagar las cuentas, según Antonieta Cádiz, directora ejecutiva de Climate Power en Acción, un proyecto de comunicaciones para la comunidad latina centrado en clima y justicia medioambiental.
“Nuestra comunidad está viviendo tiempos muy difíciles en Estados Unidos y tienen que salir a trabajar porque no hay opción, si no cómo mantienen a su familia, cómo pagan sus cuentas, cómo lidian con los costos. Se ponen en riesgo todos los días, todos los días salen de su casa con miedo. Esa es la realidad que estamos viviendo en Estados Unidos hoy en día, y es aterradora”, declaró Cádiz en una conferencia virtual a inicios de octubre.
Construcción, industria que recae en inmigrantes indocumentados
La construcción, que se observa de cerca como un indicador de la actividad económica, se ha visto afectada por una combinación de altas tasas de interés, una persistente crisis de asequibilidad de la vivienda, deportaciones de trabajadores e incertidumbre relacionada con aranceles.
La ofensiva migratoria de Trump —que ha apuntado a inmigrantes indocumentados con y sin antecedentes penales— ha tenido un impacto notorio en la construcción, ya que una parte importante de esta población sostiene a esa industria.
Los inmigrantes indocumentados representan entre el 4 % y el 5 % de la fuerza laboral total de Estados Unidos, pero su participación se eleva a un rango entre el 15 % y el 20 % en industrias como la producción de cultivos, el procesamiento de alimentos y la construcción, según Goldman Sachs, que advirtió en un informe en febrero que perder una “parte significativa” de esos trabajadores podría resultar en cuellos de botella temporales, escasez y aumento de precios.
La estimación de Goldman Sachs coincide con la del Foro Nacional de Inmigración, una organización que aboga por una reforma en el sector, que calcula que los inmigrantes indocumentados representan casi una cuarta parte de la mano de obra de la industria de la construcción en EE.UU.
En más de la mitad de Estados Unidos, la industria de la construcción recae fuertemente en los inmigrantes indocumentados. En 2023, la construcción fue la industria con la mayor proporción de inmigrantes indocumentados en 28 estados y la ciudad de Washington, según Pew Research.
“Esto hará que sea prácticamente imposible apoyar el esfuerzo del Gobierno para fortalecer la manufactura”, dijo Kip Eideberg, vicepresidente sénior de relaciones gubernamentales e industriales de la Asociación de Fabricantes de Equipos, a pesar del apoyo abrumador dentro de la industria a ese esfuerzo.