Los datos de empleo de EEUU relativos a enero han vuelto a hacer trizas todos los pronósticos de enfriamiento del mercado laboral. Con los analistas esperando una cifra de nuevas nóminas no agrícolas por debajo de 200.000 por primera vez en dos años, el informe de la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) del Departamento de Trabajo publicado este viernes ha arrojado unas 517.000. Al mismo tiempo, la tasa de paro ha bajado del 3,5% al 3,4%, igualando mínimos de mayo de 1969. A comienzos de los años 50 la tasa de desempleo llegó a bajar del 3%. Los meses de subidas de tipos de interés de la Reserva Federal (Fed) no parecen haber enfriado ni un ápice el mercado de trabajo, según una publicación de hoy viernes del diario español El Economista.

El salto con el cambio de año es abrupto después de una serie de lecturas en el rango de las 200.000 nóminas. Prueba de la fortaleza del mercado laboral la da, no solo el dato de enero, sino la revisión de las lecturas de los meses anteriores. La cifra de noviembre se ha revisado al alza en 34.000 puestos (de 256.000 a 290.000) y la de diciembre en 37.000 puestos (de 223.000 a 260.000). Para el conjunto de 2022, la revisión ha sido de 813.000 puestos al alza.

La primera lectura del informe es el golpe que supone para una Fed muy atenta a lo que haga el mercado laboral por miedo a que la subida de salarios propia de una dinámica tan ajustada desemboque en mayores presiones inflacionarias. Los números constatan en cierto modo el fracaso del banco central a la hora de relajar el mercado laboral: tras meses de subidas de tipos, el empleo no ha dejado de enseñar músculo. Sin embargo, dentro del mismo informe hay datos que van en línea con lo que quiere la Fed.

Por ejemplo, los ingresos medios por hora de los asalariados subieron un 4,4% interanual, revisándose del 4,6% al 4,8% el dato de diciembre. La métrica parece consolidarse por debajo del 5% para tranquilidad del banco central.

Por otro lado, la tasa de participación laboral escaló de un 62,3% a un 62,4%, aún lejos del 63,4% prepandémico. Sin embargo, este ligero alza tiene truco, ya que se produce por el ajuste demográfico aplicado por la BLS por el cambio de año, no extendiéndose el mismo a los datos anteriores, con lo que esta tasa -extraída de la encuesta a los hogares y no a las empresas, como las nóminas no agrícolas- no se puede comparar directamente con las cifras de diciembre. De hecho, eliminando el efecto de ese ajuste, la participación seguiría igual.

La contratación avanzó en casi todos los sectores, encabezados por el ocio y la hostelería, con 182.000 nuevos puestos. El empleo en el comercio minorista aumentó en 30.000 puestos en enero, tras un escaso crecimiento neto en 2022 (una media de +7.000 al mes). La construcción añadió 25.000 puestos de trabajo en enero, gracias al aumento del empleo en los contratistas especializados. El aumento general incluyó un enorme incremento de 74.000 empleos públicos (en parte debido al fin de la huelga universitaria en California).

Una métrica clave aquí es el empleo temporal. Tras cinco meses de caídas, en enero repuntó con 25.900 puestos. Los analistas habían centrado su atención en este dato porque se trata de los primeros empleos en desaparecer cuando se avecina deterioro económico. La cifra de enero vuelve a poner en tela de juicio este relato.

Todas estas cifras muestran la resistencia del mercado laboral a pesar del aumento de los costes de los préstamos, un retroceso en la demanda de los consumidores y una perspectiva económica incierta en general. La demanda de trabajadores sigue superando a la oferta, lo que amenaza con mantener fuerte el crecimiento de los salarios y avivar aún más la inflación.

La expectativa de los analistas era que, tras meses de clara fortaleza, el mercado laboral empiece a mostrar signos de enfriamiento, aunque tampoco excesivos, más allá de los sonoros despidos en unas tecnológicas que contrataron mucho en los años previos. El sector de la información registró una caída de 5.000 empleos en enero.

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