El Dr. Albrecht Glatzle, investigador y productor con más de 30 años de experiencia en el Chaco, realizó las siguientes observaciones acerca de los testimonios brindados durante la audiencia pública sobre el proyecto de ley de mercado de carbono realizada el pasado 22 de mayo.

La expectativa de un flujo generoso de efectivo, por supuesto, despierta el deseo y las aspiraciones de beneficiarse de dicho flujo de dinero. Esto genera un gran esfuerzo de cumplir con las condiciones dictadas por los financiadores – provenientes de otros países y organizaciones internacionales- con el fin de calificar como beneficiarios. Las cuestiones de la justificación científica y ética del mercado de carbono, así como sus consecuencias inevitables, pasan a un segundo plano o se basan en suposiciones falsas e ilusorias.

En concreto, la justificación central es la suposición de Artículo de Albrecht Glatzle que las emisiones de CO2 son contaminantes y dañinas. Sin embargo, existe abrumadora evidencia científica de que el aumento del CO2 en la atmósfera (aproximadamente 0,03% a 0,04 % desde el inicio de la industrialización) ha sido netamente beneficioso para la naturaleza, la humanidad y el planeta. Que esto provoque un peligroso calentamiento global es una afirmación mil veces repetidas, pero científicamente insostenible.

Es indiscutible que el CO2 no puede ser el determinante de los cambios climáticos perpetuos. Cientos de científicos altamente cualificados, pero ignorados por el IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático), comparten esta realidad demostrable, por ejemplo en este informe.

Sin embargo, en la grabación de la audiencia pública no he oído ni una palabra sobre este problema fundamental de la justificación ética-científica inexistente del mercado de carbono.

Varios oradores expresaron nociones borrosas de una aparente unidad del mercado de carbono con otros términos de connotación positiva como: sostenibilidad, protección del medioambiente, la preservación de recursos naturales, de biodiversidad y de la base de vida para pueblos autóctonos, la creación de empleo, etc. Mientras que en casos aislados tales efectos pueden estar asociados con el mercado de carbono, no están necesariamente o suficientemente relacionados con el mismo. De hecho, pueden producirse exactamente los efectos contrarios.

Reservas forestales

Durante la audiencia pública se expresó la esperanza de poder generar ingresos con las reservas legales de bosques en las fincas chaqueñas a través del marco del mercado de carbono. Evidentemente, las reservas legales de bosques representan un impuesto adicional constitucionalmente dudoso, dado que toca únicamente a informaciones del sector base de la economía paraguaya los propietarios de las fincas, pero en ningún caso cumplen la imperiosa condición de la «adicionalidad» para su comercialización dentro del mercado de carbono. Este mercado se convertiría en una farsa si las reservas forestales obligatorias pudieran venderse como emisiones de CO2 evitadas, dado que se evitarían incluso en ausencia de un mercado de carbono.

Sin embargo, el mercado de carbono puede crear las condiciones e incentivos para que los dueños dejen voluntariamente sin uso otras superficies con bosques, autorizadas para la tala (emisiones evitadas) o para que reforestan otras superficies que no están cubiertas con bosques (secuestro de carbono).

Consecuencias e implicaciones de estas actividades

Las emisiones evitadas voluntariamente siempre se refieren a una cantidad bien definida de carbono almacenado en depósitos ecosistémicos que no podrá liberarse impunemente en el futuro (por ejemplo, mediante deforestación). Y todas medidas de secuestro de carbono en ecosistemas (naturales o gestionados) solamente tienen una capacidad finita para capturar carbono.

Una vez alcanzado el límite superior de la capacidad de almacenamiento de carbono en los ecosistemas, por ejemplo, en forma de leña y madera, o de carbono orgánico en el suelo, ya no es posible secuestrar más carbono. A partir de este momento, la captura y la emisión anual de carbono en los ecosistemas respectivos se encuentran en un equilibrio dinámico.

Una vez alcanzado este equilibrio, la venta de derechos de emisión ya no es posible de forma honesta, y para el propietario terminan los ingresos de la venta de certificados.

Además, este tiene las manos atadas en cuanto a la forma de uso del suelo, ya que no se le permite, bajo ninguna circunstancia, atacar los stocks de carbono almacenados en el ecosistema por los cuales ha recibido pagos. No puede volver a utilizar las tierras, retiradas de la producción.

Tampoco puede realizar un cambio de uso que atacaría las reservas de carbono por las cuales ya ha cobrado pagos dentro del mercado de carbono. Lo mismo aplica al carbono capturado en el suelo gracias a la siembra directa, por ejemplo. Nunca más podrá volver a algún uso que requeriría labranza del suelo, la que sería acompañada con la liberación de carbono.

En algún momento se agota la capacidad de almacenamiento de carbono y, llegado este punto, el dueño de la tierra deja de tener ingresos por la venta de certificados; pero debe seguir pidiendo y pagando las certificaciones para demostrar que el área gestionada sigue almacenando las cantidades de carbono comercializadas anteriormente, de lo contrario deberá devolver la plata cobrada. Sin esta disposición se debería interpretar todo el sistema del mercado de carbono como un fraude a gran escala.

El sistema de mercado de carbono en el sector agrícola significa inevitablemente una restricción de las opciones de uso de la tierra hasta llegar a la retirada de tierras permanente, lo que limita o excluye permanentemente la generación de ingresos procedentes de la producción agraria. Esto también deja claro que la eventual creación de unos pocos pues tos de trabajo improductivos (por ejemplo, guardaparques) bajo el MdC se compra con la destrucción de muchos puestos de trabajo productivos.

Dado que el 99 % de los alimentos consumidos por la humanidad se producen fuera de los bosques, los incentivos financieros -a través del mercado de carbono- para la forestación a gran escala (en el rango porcentual con dos dígitos) de la superficie terrestre del mundo a expensas de las tierras agrícolas (como se prevé en el informe del IPCC de 2019) deben considerarse muy preocupantes para la seguridad alimentaria global.

Por cierto, esto también vale para los pueblos autóctonos, que, contrariamente a las ilusorias afirmaciones generalizadas, sólo obtienen hoy en día un máximo del 10 % de su subsistencia de los bosques.

Ninguna de las preocupaciones planteadas aquí se aborda, y mucho menos se analiza, ni en el proyecto de ley sobre el mercado de carbono, ni en la audiencia pública que se llevó a cabo en fecha 22 de mayo de 2023.

Consecuencias inevitables

Genera costes adicionales para el vendedor de certificados a través de la certificación, y para el comprador de los certificados a través de su precio de compra. Lo que resulta en un aumento de precio para el consumidor final, que no obtiene ningún valor agregado a cambio, salvo la ilusión de haber hecho algo por el clima.

Las emisiones evitadas y el carbono secuestrado representan una fuente de ingresos limitada en el tiempo, que probablemente genere costes a largo plazo y restricciones permanentes en el uso de la tierra.

Conclusión: El mercado de carbono es otro elemento de una política climática invasora, no tiene una base científica seria y obstaculiza la producción en detrimento de la humanidad.

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