La economía de Rusia está a punto de romper todas las nefastas previsiones que se lanzaron a principios de año cuando dio comienzo la invasión sobre Ucrania. Es cierto que la recesión es inevitable, mientras que la inflación sube a dos dígitos. Pero el final de la historia no tiene nada que ver con lo que se había previsto al principio. A falta de días para que termine este 2022, la economía rusa se contraerá, previsiblemente, entre un 2,5 y 3%, una recesión que dista mucho del 9-11% que preveía el consenso del mercado en abril y mayo de este año. Rusia ha resistido mucho mejor a las sanciones de lo esperado, forzando a los mercados y a las casas de análisis a hacer una revisión drástica de sus previsiones, según publicó este jueves el diario español El Economista.

Aunque el rublo ha caído con intensidad en las últimas semanas (ha tocado mínimos de ocho meses), la divisa rusa ha logrado mantenerse estable y fuerte tras el shock inicial que provocó el inicio de la guerra. En las últimas semanas ha retrocedido por el miedo al impacto del embargo al crudo y la caída del precio del gas. Pero en términos generales, el rublo se ha mantenido fuerte durante todo el año. Desde finales de abril hasta diciembre, el rublo ha cotizado incluso por encima de los niveles previos al conflicto, una estabilidad que pocos analistas habían previsto.

La moneda rusa se ha mantenido fuerte gracias a los ingresos por materias primas, los controles de capital (poco a poco se han ido levantando) y la incapacidad de importar algunos bienes y servicios (Occidente ha dejado de vender a Rusia), lo que ha generado un gran superávit por cuenta corriente, que ha ayudado a estabilizar el rublo. Esta fortaleza de la divisa ha permitido, a su vez, mantener los precios de importación (de lo que se puede importar) a raya y moderar el crecimiento de la inflación. La inflación se sitúa en un 12% interanual (y bajando), frente al 17% de abril. Hasta el FMI ha tenido que mejorar notablemente las previsiones sobre Rusia.

Con todo lo anterior, más la propia resistencia del mercado laboral (la tasa de paro es del 3,9% pese a la fuga de empresas occidentales) y de la demanda interna (sobre todo en las regiones más orientales del país y menos expuestas a los ‘vientos’ en contra de la guerra y las sanciones), la economía rusa podría contraerse ‘solo’ un 2,5%, según las previsiones de JP Morgan, una recesión que sería inferior a la del covid y mucho más leve que la crisis de deuda de 1998, cuando el PIB cayó más de un 5%.

Desde JP Morgan creen que el crecimiento del PIB en términos desestacionalizados fue del 1,4% trimestral. «Esta fortaleza está desafiando nuestra expectativa de que la movilización parcial de la población produciría un daño significativo al crecimiento, al igual que embargo petrolero de la UE. Aunque el índice de los sectores clave, un indicador adelantado del PIB, disminuyó un 0,5% mensual en septiembre, repuntó un 0,9% en octubre, con la construcción, la manufactura y la agricultura a la cabeza», advierten desde el banco estadounidense.

Además, «parece que el embargo de la UE y el tope de precios no han producido un impacto significativo ni en la producción ni en las exportaciones hasta mediados de diciembre, al menos no todavía. Por lo tanto, elevamos nuestra estimación de crecimiento trimestral del cuarto trimestre al 1% desde el -2% anterior. La sorpresa al alza en el tercer trimestre y un cuarto trimestre más fuerte dan como resultado una disminución aún menos significativa para todo el año. De modo que volvemos a revisar nuestra previsión para 2022 hasta una contracción del -2,5% frente al 2,8% anterior. El impulso de la parte final de 2022 también significa que el crecimiento de 2023 debería ser más fuerte de lo que se pensaba anteriormente. También revisamos nuestra previsión para 2023 y anticipamos una contracción del 1% frente al -1,2% anterior», sentencian los economistas de JP Morgan en un informe publicado esta semana.

Desde el Banco de Rusia también destacan la mejora de la economía desde principios de año y subrayan la resistencia que han mostrado varios sectores, pese a los grandes desafíos a los que todavía se enfrenta la economía: «Las restricciones al comercio exterior continúan creando obstáculos para las empresas. Este mes, se vieron exacerbados por el embargo a las exportaciones de petróleo que entró en vigor y la introducción del tope del precio del petróleo». No obstante, el impacto tangible de estas medidas es todavía prácticamente inexistente.

Por otro lado, «la actividad empresarial se recuperó en octubre, después de la caída del mes anterior. Las encuestas empresariales sugieren que esta tendencia alcista también continuó en noviembre. Las estimaciones y expectativas actuales de las empresas sobre la producción y la demanda han mejorado, especialmente en los servicios», sostiene el documento publicado por el Banco de Rusia.

En lo que se refiere a la inversión, el Banco de Rusia destaca que la desaceleración en la inversión privada ha sido parcialmente compensada por un aumento en la inversión del gobierno. En cuanto a las regiones, la expansión de la inversión ha sido más significativa en las zonas más orientales. «Esta región está construyendo y mejorando activamente su infraestructura de transporte y logística para mejorar su capacidad de producción. Las importaciones a través de los puertos marítimos del Este ya han superado las cifras del año pasado en una cuarta parte. La eliminación de cuellos de botella es crucial para la transformación estructural de la economía», aseguran desde el Banco de Rusia.

Rusia gira hacia oriente

El motor de Rusia, frente a lo ocurrido en las décadas previas a la guerra, empieza a concentrarse en el sur y el este de este vasto país: «La actividad del consumidor es muy desigual entre las regiones. Moscú y San Petersburgo se han enfrentado a una caída en el consumo, mientras que los Urales, el Extremo Oriente y el Sur de Rusia registran aproximadamente el mismo nivel de demanda de los hogares que durante el año anterior. En general, caracterizamos la demanda como moderada. Los hogares siguen prefiriendo ahorrar», sentencia el informe del Banco de Rusia.

Estos próximos meses podrían ser duros para la economía rusa. Es cierto que el embargo al crudo de la UE y el tope de precio (en 60 dólares) aún no se ha comenzado a sentir en la industria ni la economía, pero estas políticas acaban de entrar en vigor y otras igual de relevantes (embargo a productos refinados como el diésel) entran en vigor más adelante. El impacto de estas medidas podrían comenzar a sentirse en los próximos meses. No obstante, al igual que las previsiones se equivocaron con Rusia al comienzo de la guerra, también podrían hacerlo ahora.

No hay que subestimar el ingenio ruso para sortear las sanciones o encontrar nuevos mercados que no se encuentren en la órbita de Occidente. Precisamente, esos mercados, China e India por ejemplo, conforman la parte del mundo que más rápido crece en términos económicos y que demandan buena parte de las materias primas que Rusia produce y exporta. Si la economía rusa encuentra vías para seguir vendiendo su petróleo, su gas, el grano y algunos minerales, el PIB podría volver a sorprender.

El propio Banco de Rusia reconoce que este año la economía se ha comportado mejor de lo esperado gracias a que «un número creciente de empresas se ha adaptado para operar bajo restricciones comerciales y financieras externas. Esto se ve facilitado por una diversificación gradual de proveedores de productos terminados, materias primas y componentes, así como por procesos de sustitución de importaciones e incursiones en nuevos mercados, incluido un reenfoque en los consumidores nacionales». Rusia es un país muy grande, con fronteras muy amplias (tanto mar y tierra), lo que puede dificultar que las sanciones de Occidente hagan tanto daño como pretenden a la economía rusa. La supuesta construcción de una flota fantasma o paralela (creando un mercado marítimo de transporte de petróleo paralelo al dominado por las empresas occidentales) para seguir exportando petróleo es un buen ejemplo de lo que es capaz de construir Rusia.

 

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