El Banco Central Europeo (BCE) ha publicado un nuevo estudio en el que desliza algunas de sus recetas para la zona euro. Tras quejarse en numerosas ocasiones de haber actuado casi solo contra la crisis (la última, ayer en boca del Banco de España) propone un cambio radical en las políticas que han llevado a cabo los gobiernos de la eurozona, tanto en materia de gasto como en materia de impuestos. El PIB de la Eurozona creció un 0,6% en el segundo trimestre.

En resumen, la institución monetaria apunta a que se debería aumentar el gasto en sanidad, educación e infraestructuras; al mismo tiempo, se deberían subir los impuestos al consumo (IVA) y a la propiedad (vivienda) y aliviar la carga fiscal que soportan trabajadores y empresas.

De este modo, el estudio del BCE se suma a los llamamientos que piden mayores inversiones en el bloque, donde muchos países tienen una alta deuda pública y escasas perspectivas de crecimiento a largo plazo a pesar de un reciente repunte cíclico.

Canalizar el gasto de manera adecuada

Después de años de presupuestos gubernamentales limitados o menguantes, el BCE recomendó canalizar el gasto hacia categorías «favorables al crecimiento» como educación, sanidad e infraestructuras.

«Se debe prestar especial atención a redirigir más recursos hacia las áreas de salud, educación o infraestructuras, ya que se ha demostrado que este tipo de gasto tiene efectos positivos a largo plazo sobre el crecimiento, mientras se recorta el gasto menos productivo», dijo en el estudio.

El BCE, que ha inundado la zona euro con dinero barato, se ha atribuido el mérito de un fuerte rebote en la economía del bloque en el último año.

Reformas estructurales

Pero también advirtió de que esto no durará a menos que se pongan en marcha medidas estructurales por parte de los gobiernos y las autoridades europeas. Entre las citadas en el estudio, el BCE recomendó aliviar la carga fiscal sobre trabajadores y empresas, centrándose más en propiedades y consumo.

El BCE, que establece la política monetaria para la zona euro, no tiene una voz directa en la política fiscal de los gobiernos, pero uno de sus miembros participa en las reuniones de los ministros de Finanzas del bloque.

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