Las petroleras europeas siguen recuperando terreno. El drástico cambio en el contexto energético que ha supuesto la guerra de Ucrania ha hecho a las grandes compañías del sector en el Viejo Continente volver a centrarse en su negocio principal, el de los combustibles fósiles, tras abrazar en los últimos años la estrategia ESG (criterios ambientales, sociales y de gobernanza). Sin embargo, su avance en bolsa y en la cuenta de resultados palidece ante unas petroleras estadounidenses que han empezado a pujar fuerte sobre la mesa con ambiciosas adquisiciones. La brecha que ya había se agranda.

En las últimas semanas, titulares como que Shell, TotalEnergies y Eni han firmado grandes acuerdos de suministro que situarán el gas natural licuado (GNL) de Qatar en el corazón del sistema energético europeo durante las próximas décadas se han visto opacados por los que han llegado del otro lado del Atlántico. Primero, por la adquisición de Pioneer por parte de Exxon Mobil, que se convierte en el rey del petróleo de esquisto estadounidense a razón de casi 60.000 millones de dólares. Después, por el acuerdo de los 53.000 millones de dólares de Chevron para comprar Hess.

Es cierto que las ganancias de las energéticas europeas se mantienen cerca de niveles históricamente altos, ya que los precios de la energía se ven impulsados por los riesgos geopolíticos, desde la invasión rusa de Ucrania hasta la amenaza de un conflicto más amplio derivado de la guerra entre Israel y Hamás. El crudo Brent rozó los 100 dólares el barril el mes pasado, mientras que los precios del gas europeo de referencia alcanzaron su nivel más alto en ocho meses a principios de octubre.

Beneficios combinados de las cinco más grandes petroleras

Asimismo, se prevé que los ingresos netos ajustados de las grandes petroleras europeas entre julio y septiembre aumenten, poniendo fin a tres trimestres de descensos secuenciales desde los beneficios récord registrados en 2022. Los beneficios combinados de las cinco grandes petroleras alcanzarán los 33.000 millones de dólares en ese periodo, por debajo de los 57.000 millones del año anterior, pero un 25% más que en el segundo trimestre, según datos recopilados por Bloomberg. Precisamente este jueves arranca la temporada de resultados con la francesa TotalEnergies y la española Repsol. El viernes se conocerán los de la noruega Equinor y la italiana Eni y la semana próxima los de la holandesa Shell, la británica BP, la portuguesa Galp y la austríaca OMV.

Pero incluso en estos tiempos lucrativos, los inversores siguen trazando un contraste desfavorable entre las empresas de ambos lados del Atlántico. «Para los inversores que buscan apostar por unos precios del petróleo y el gas más altos durante más tiempo, Exxon y Chevron son mejores opciones», afirma Allen Good, director de análisis de renta variable de Morningstar. «Seguimos pensando que el ‘descuento ESG’ para las firmas europeas está jugando un papel».

Los números hablan claro. Las acciones de Shell, la mayor empresa energética de Europa, alcanzaron un máximo histórico a principios de este mes y cotizan a unas ocho veces sus beneficios (ratio PER, las veces que están incluidos los beneficios presentes o estimados en el futuro en el precio de la acción). Los títulos de Shell necesitarían una revalorización adicional del 50% para igualar los múltiplos de Exxon y Chevron, según datos recopilados por Bloomberg.

En el caso de las americanas, tanto Exxon como Chevron presentan un PER por encima de 11 veces los beneficios de 2023. Las europeas Shell y BP arrojan unos múltiplos mucho más modestos de ocho y siete veces los beneficios, teniendo en cuenta que un PER por debajo de 10 se entiende como representativo de una acción infravalorada. El cuadro se repite con el PER a 12 meses, con Exxon y Chevron con múltiplos superiores a 10 y con Shell y BP en siete veces los beneficios esperados.

Ampliando la panorámica, la valoración de las petroleras europeas ofrece una vista desoladora. En un informe sobre el sectorial continental publicado a principios de octubre, el equipo de UBS Research encabezado por Henri Patricot recogía un gráfico revelador. En el mismo se aprecia cómo el PER a 12 meses de las principales firmas rondó en septiembre las siete veces los beneficios frente a las cuatro veces de septiembre de 2022. Sin embargo, los múltiplos eran de 12 en 2021 y de 16 en 2020. Ahora vuelven a situarse en niveles parecidos a los de 2008, tras la crisis financiera mundial.

«El mercado ha vuelto a valorar el petróleo y el gas tradicionales más alto que en el pasado, con una importancia renovada debido a los acontecimientos geopolíticos«, afirma Kevin MacCurdy, analista principal de upstream (exploración, perforración y extracción) de Pickering Energy Partners. «Esto favorece a los productores tradicionales de petróleo y gas, especialmente de países seguros como EEUU».

La compra de Pioneer por Exxon, pagada con sus propias acciones, aumentará la producción de petróleo y gas del gigante petrolero tejano en un 20%, en un momento en que BP y Shell luchan por evitar que la suya disminuya. Según Jason Gabelman, analista de Cowen & Co, la diferencia puede aumentar aún más, ya que los directivos de Exxon han señalado unas tasas de crecimiento a medio plazo de su división ampliada de la Cuenca Pérmica superiores a las que esperaba el mercado. Tras la compra de Hess, Chevron adquirirá una participación del 30% en 11.000 millones de barriles equivalentes de recursos recuperables en Guyana, uno de los productores de petróleo más recientes del mundo, donde Exxon también tiene una presencia importante. La empresa espera que la adquisición impulse el crecimiento de su producción en los próximos años y permita unos beneficios más generosos a los inversores.

«Exxon y Chevron están redoblando su apuesta por los combustibles fósiles, ampliando la brecha con sus homólogas europeas y turboalimentando el sector con algunas de las mayores fusiones y adquisiciones, a algunos de los precios del petróleo más altos de su historia», señala Ben Laidler, estratega de mercados de eToro. Para el experto, esto refleja la confianza en que los precios del petróleo se mantendrán altos durante más tiempo, lo que justifica las fusiones y adquisiciones a estos precios sin precedentes. «Se trata de un giro espectacular, ya que EEUU lidera la actividad de fusiones y adquisiciones petroleras tras 17 años de mínimos, volviendo a un ritmo y una escala que no se veían desde la ola de consolidación de principios de siglo que dio lugar a las grandes petroleras actuales», añade el estratega.

«Las grandes petroleras estadounidenses aprovechan su revalorización para resistirse al giro hacia la descarbonización y realizar grandes operaciones de compraventa de acciones. Sus ratios PER han subido un 50% en el último año, hasta cerca de las 12 veces los beneficios en el precio. Se benefician de los altos precios del petróleo, la restricción de la oferta y la fuerte rentabilidad en efectivo para los accionistas. Esto se ha traducido en las mayores rentabilidades por dividendos y recompra de acciones del S&P 500, que rozan el 8% combinado. Estas operaciones protegen sus balances y sus reservas de efectivo, pero se producen a precios del petróleo ajustados a la inflación entre un 30% y un 40% más altos que los de la última gran oleada de fusiones de hace 20 años», explica en una nota el analista.

Laidler ve posible que esta última oleada de operaciones no haya terminado, ya que se ha informado de que Devon está en conversaciones con Marathon para cerrar un acuerdo por valor de unos 20.000 millones de dólares. Un posible acuerdo entre Chesapeake Southwestern también ha concitado rumores. La conclusión para Neal Dingmann, analista de petróleo y gas de Truist, es que se avecinan más operaciones, y que probablemente serán grandes operadores los que compren otros más pequeños. «Prevemos una mayor consolidación en el sector de exploración y producción, dada la escasez de existencias y el bajo precio de la mayoría de las pequeñas empresas de exploración y producción frente a los grandes operadores y las valoraciones históricas».

Dan Pratt, vicepresidente de investigación y consultoría de upstream de S&P Global Commodity Insights, afirma: «Seguimos observando una consolidación en el sector norteamericano del upstream. A medida que los yacimientos de esquisto continúan madurando, la consolidación es un camino lógico para que las empresas aumenten y amplíen su inventario de perforación».

Más presión para las europeas

Este tipo de operaciones están presionando a las grandes petroleras europeas para que aumenten su producción de petróleo y gas, pero cualquier adquisición de acciones como las de Hess y Pioneer sería más difícil debido a la diferencia de valoración. «Todas las empresas norteamericanas están creciendo. Aquí en EEEUU hay un recurso que no existe en Europa», resume Peter McNally, de Third Bridge Group. En su previa sobre los resultados del tercer trimestre de las petroleras europeas, los analistas de Bank of America (BofA) Christopher Kuplent, Matthew Smith y Joseph Charuy subrayan que no esperan «significativas salidas de capital para fusiones y adquisiciones».

«Las grandes empresas energéticas europeas, como BP y Shell, se están quedando al margen. Shell ya se ha retirado del esquisto estadounidense, por lo que sólo queda BP. Mientras tanto, los PER de ambas son alrededor de un tercio inferiores a las de sus homólogas estadounidenses, frenadas por los impuestos extraordinarios, la mayor intervención gubernamental y el descuento de valoración crónico más amplio de Europa. Esto les da menos margen de maniobra para la consolidación, aunque quisieran. Están más centradas en su transición hacia las energías renovables, y deberían estar atentas a las valoraciones ahora mucho más bajas disponibles en este sector», dibuja Laidler, de eToro.

Volviendo al caso de Shell, poco después de que las acciones alcanzaran el citado máximo histórico, su Consejero Delegado, Wael Sawan, afirmó que su nueva estrategia estaba gustando a los inversores. Desde que tomó el timón en enero, Sawan ha mantenido el objetivo de cero emisiones netas de la empresa para 2050, pero ha trazado un camino diferente para llegar a él. La empresa destinará una mayor parte de la inversión a los combustibles fósiles de lo previsto anteriormente. Tras afirmar que su producción descendería entre un 1% y un 2% anual, Shell planea ahora mantener la producción de petróleo en los niveles actuales y aumentar la de gas. BP también ha reducido sus planes de recortar la producción esta década. El mes pasado, TotalEnergies declaró que su producción crecería entre un 2% y un 3% anual hasta 2028, y que los mayores aumentos procederían del GNL.

El giro hacia el petróleo y el gas puede ser lo que los inversores quieren ver cuando los precios son altos, pero después de varios cambios de estrategia en otros tantos años puede no ser suficiente para cerrar la brecha con Exxon y Chevron. «Los inversores pagan una valoración superior por estrategias coherentes«, sentencia MacCurdy, de Pickering Energy Partners. «Hay menos riesgo para los flujos de caja a un año vista cuando hay más confianza en que las estrategias de inversión no van a cambiar».

FUENTE: EL ECONOMISTA

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