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Por: Dr. Francisco Parisi (*)

Lic. Armìn Sánchez (**)

Es difícil tener una discusión real acerca del liderazgo cuando no se tiene una definición común de lo que liderazgo realmente es. Hemos leído los mismos libros que los demás leyeron, que incluyen recomendaciones tales cómo adoptar estilos de liderazgo y otras conductas afines. Eso no es liderazgo, es gerenciamiento o management. Para convertirse en un líder, uno necesita una sola cosa: seguidores. Eso es todo. No es requerido posición ni rango. Es opción, es decisión. Si decides cuidar a la persona que se encuentra a tu derecha y luego decides cuidar a la persona que se encuentra a tu izquierda, te has convertido en un líder. Esa es la diferencia entre ser gerente y ser líder. El líder es responsable de cuidar a las personas que hacen el trabajo, no del trabajo que hacen las personas. Todos tenemos la capacidad de convertirnos en lideres pero no todos debemos ni quisiéramos convertimos en lideres porque convertirse en líder viene con un alto precio ya que cuando se dan tiempos de éxitos se la comparte con los seguidores y cuando ocurre un fracaso el líder lo asume en solitario. Si proyectas la culpa del fracaso a otros estás comunicando debilidad y falta de credibilidad e integridad. El liderazgo es una habilidad y como toda habilidad debe ser nutrida y practicada diariamente.

Somos animales sociales y nuestra verdadera manera de sobrevivir es conformar culturas con un conjunto común de creencias y valores. ¿Qué es una empresa o una compañía?, debería ser una organización conformada por personas que comparte la misma cultura. Cuando estamos rodeados de personas que creen en lo que creemos algo maravilloso acontece: emerge la confianza, que es un genuino sentimiento humano.

La confianza hace que nos anímenos a tomar riesgos, a llevar a cabo experimentos de innovación que requiere de fracasos, de avanzar hacia metas que otros no se han animado a avanzar. Sentir la confianza que si fracasamos, otros cuidaran nuestras espaldas y nos ayudaran a levantarnos. Si estamos lastimados, otros nos ayudaran a superarlos. Nuestra sobrevivencia depende de la confianza. Por lo tanto, el rol del líder es crear el ambiente de confianza y cooperación para que las personas puedan hacer trabajos excepcionales. Existen dos maneras para construirlo: por medio de la manipulación o por medio de la inspiración. Las manipulaciones se siguen aplicando porque generan buenos resultados económicos, sin dudas. Sin embargo, no genera confianza que a su vez causa lealtad. Solo la inspiración lo hace. La inspiración es y ha sido el patrón de las grandes organizaciones y de los grandes líderes como Nelson Mandela, John F. Kennedy, Ramón I. Cardozo, Juan Bautista Alberdi, Bartolomé de las Casas, Bruno Guggiari, Martin Luther King, Steve Jobs, José Martí, Juscelino Kubitschek de Oliveira.

Si decides convertirte en líder para construir confianza y cooperación vía inspiración, los siguientes cinco principios pueden ayudarte:

El primero, comunicar una visión clara, basado en un propósito, por qué la organización existe. Las personas no te darán su “sangre, sudor y lágrimas” (parafraseando a Churchill) sino creen en ti. Toma los ejemplos de Juan Bautista Alberdi, “La grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra“, Martin Luther King, “Tengo un sueño que alguna vez en un tiempo corto niños y niñas blancas y negras puedan crecer juntos” o John F. Kennedy “Elegimos ir a la luna no porque sea fácil sino porque creemos que es difícil”.

El segundo, asumir coraje o la elección deliberada frente a circunstancias dolorosas e intimidantes para alcanzar una meta valiosa, propia y colectiva. “Hoy elijo el coraje sobre la comodidad, no sé qué pasará mañana pero hoy elijo ser valiente” (Brené Brown). Asumir coraje significa exponerse a la vulnerabilidad. Construir una cultura vulnerable es clave. La misma Brenè Brown enfatiza que “sin una cultura vulnerable no puedes crear; si no puedes fracasar no puedes innovar”. La vulnerabilidad se mide por la valentía para actuar y exponerse cuando no puedes controlar el resultado.

El tercero, mostrar y comunicar empatía. Es fundamental crear ambientes donde las personas se sientan psicológicamente seguras. Es como un espectáculo de trapecistas donde el desempeño colectivo se elevará si saben que allá abajo hay una red por si las cosas no salen como se espera. Una conducta sin empatía va más o menos así: “tú desempeño ha bajado, si sigues así no garantizo tu continuidad aquí”. Una conducta con empatía va más o menos así: “tu desempeño ha bajado, ¿te ocurre algo?, ¿cómo puedo ayudarte?”. La empatía se centra en la persona, no en el resultado de su desempeño.

El cuarto, tener perspectiva. Es decir, contar con varias alternativas o caminos para resolver problemas. Un líder no debe practicar el pensamiento dilemático (blanco o negro). Es limitante e inflexible. Uno puede no tener control sobre la situación pero puede tener opciones sobre cómo la ve ya que no existe una única verdad objetiva. La herramienta más poderosa a emplear en cada situación son las preguntas.

El quinto, ser perseverante. Compite contigo mismo, aprende de otros y de tus propios errores sin olvidar que desear cualquier cosa que pertenece a otros te llevará a perder lo que te es propio y no asumas que algo es imposible porque es difícil. En vez de eso reconoce que si es humanamente posible, también lo puedes hacer. “No importa cuán despacio vayas en tanto no te detengas” (Confucio).

 Tomas Chamorro-Premuzic, uno de los investigadores más reconocidos sobre la ciencia del liderazgo, sintetiza así el camino a recorrer “desarrolla tu liderazgo porque amas y respetas a tus seguidores. Cuándo los lideres mejoran, las vidas que tocan también mejoran”. La vida es acerca de valores, con signos positivos o negativos, que causan nuestras conductas. El secreto es construir confianza y colaboración con aquellos que creen lo que creemos. Solo existen dos tipos de personas, los dadores y los tomadores. El primero, entrega sin condiciones, el segundo lo hace solo si conseguirá algo a cambio. Un líder inspirador es siempre un dador, dador de riesgo, tiempo, esfuerzo, cuidado al otro, y alto desempeño.

No podemos ser bueno en todo, de hecho no somos tan buenos por nosotros mismos, pero podemos hacerlo mejor en comunidad, en grupo. Un viejo proverbio africano dice que “si quieres ir rápido, ve solo. Si quieres llegar lejos ve en grupo”. La confianza y la cooperación no arreglan las debilidades individuales pero ayudan a ampliar las fortalezas individual y colectivamente.

Las grandes organizaciones permiten que las personas se mantengan unidas, especialmente en tiempos difíciles. Hacer dinero no es un indicador que una organización es fuerte. Las grandes organizaciones y los grandes líderes se sacrifican por los otros. Como en los Navy Seal, grupos de elite de los marines donde las personas reciben medallas por que se sacrifican para que otros logren. A diferencia de lo que generalmente ocurre en los negocios donde se premia a aquellos que sacrifican a otros para que los poderosos ganen. Es sabido que los marines o los soldados en general no van a las batallas por Dios y la Patria, van porque confían en el otro próximo a él. Cuando se le pregunta a un marine, ¿por qué arriesgas tu vida por otros?, las respuestas son siempre las mismas: ellos harían lo mismo por mí. Hacer el bien al otro es parte de su esencia (existen muchas historias al respecto). Esto es antropológico, protegernos unos a otros es parte de la sobrevivencia, al hacerlo tomamos riesgo, el riesgo de vulnerabilidad. Para construir confianza tomar riesgo de vulnerabilidad es clave. No se salva el más fuerte, se salva el grupo porque somos animales sociales, animales culturales.

Es verdad que construir vínculos no es instantáneo, lleva tiempo con seguridad más de seis días pero ciertamente menos de siete años; si en siete años todavía no existen vínculos de confianza, algo anda mal. Para construir confianza debo primero confiar en mí mismo. Es paradójico, solo puedo confiar en otros si confío en mí mismo porque seré alguien en quien los demás confiarán. La confianza y la cooperación no son aún estándares aceptados en la mayoría de las organizaciones públicas o privadas, pero en las que son estándares el beneficio es enorme porque el verdadero liderazgo construye un ambiente para que las personas realicen trabajos extraordinarios, generen resiliencia en tiempos difíciles y extiendan sus propias motivaciones hacia sus propias familias al final del día. No existen personas correctas o incorrectas solo la calidad de liderazgo que se practica. Solo se lidera personas. No se lidera una organización, se la gerencia. No se lidera ningún mercado, se la mercadea. Una organización solo puede hacerse grande con la confianza mutua.

 

(*) Catedrático de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNA.

(**)   Catedrático de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNA. 

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