En un momento en el que las perspectivas del mundo son extremadamente difíciles, las remesas constituyen un sustento vital para los hogares de los países en desarrollo, sobre todo los más pobres, sostiene en un estudio reciente el Banco Mundial. Consisten principalmente en dinero que los migrantes envían a sus hogares para mantener a sus familias. Alivian la pobreza, mejoran los resultados nutricionales y se asocian con un mayor peso al nacer y tasas de matriculación escolar más elevadas entre los niños de hogares desfavorecidos. Los estudios muestran que las remesas ayudan a los hogares receptores a generar resilencia por ejempo, permitiéndoles financiar viviendas más adecuadas y recuperarse de las pérdidas sufridas después de los desastres.

A nivel macroeconómico, las remesas tienen un efecto anticíclico, ya que reducen la volatilidad del crecimiento y ayudan a los países a adaptarse a las conmociones relacionadas con las políticas. A nivel microeconómico, permiten a los hogares pobres mejorar los resultados educativos y de salud de los niños, aumentar sus ahorros y gastar más en bienes de consumo durables y capital humano. Por lo tanto, deben celebrarse, alentarse y facilitarse.

El flujo de remesas en dólares sigue aumentando en un contexto de factores económicos adversos, aunque, según los datos más recientes, sigue ubicándose por debajo de la inflación. En 2022, los flujos de remesas a los países de ingreso bajo y mediano van camino a alcanzar los US$ 626.000 millones, cifra superior a los US$ 597. 000 millones registrados en 2021, por lo que superarán el flujo de inversión extranjera directa y triplicarán la ayuda oficial para el desarrollo. El verdadero volumen de las remesas, incluidos los flujos no registrados a través de canales informales, es aún mayor. En África subsahariana, se estima que las remesas aumentaron un 5,3 % en 2022 gracias al crecimiento del 16,4 % registrado en 2021.

«Nos comprometemos a aumentar las remesas para las personas y comunidades pobres en todo el mundo.», dijo David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial.

Los principales países receptores de remesas, son como resulta esperable, países grandes como China, Egipto, Filipinas, India, México y Nigeria. Los principales receptores de remesas como porcentaje del producto interno (PIB) bruto son países más pequeños y más pobres que enfrentan dificultades económicas y situaciones de fragilidad, a saber: Líbano (38 % del PIB), Samoa (34 %), Tayikistán (32 %) y Tonga (50 %). Durante el auge de la pandemia de COVID-19, las remesas se vieron afectadas por los confinamientos y las prohibiciones de viaje, aunque solo brevemente.

La resiliencia de las remesas durante la pandemia, y en episodios anteriores de crisis financieras y desastres naturales, se debe ante todo a la determinación de los migrantes que envían dinero a sus hogares de ayudar a las familias necesitadas. Las tecnologías digitales proporcionan servicios de remesas considerablemente más rápidos y económicos, y el inicio de la pandemia registró un marcado aumento en el uso de canales digitales. Sin embargo, dichos canales representan menos del 1 % del volumen total de transacciones, que sigue estando compuesto mayormente por remesas en efectivo. Los nuevos prestadores de servicios enfrentan restricciones en el acceso a los bancos corresponsales debido al costo que entrañan las actividades de lucha contra el lavado de dinero y el antiterrorismo. Una vez desatada la crisis de la COVID-19, el Banco Mundial instó a reconocer que los servicios de remesas eran esenciales y exhortó a redoblar los esfuerzos por aumentar la inclusión financiera de los pobres y mejorar el acceso de las nuevas empresas de transferencia de dinero a la corresponsalía bancaria, explica en otra parte el documento del Banco  Mundial.

La comunidad mundial y el Grupo de los Veinte han reconocido la importancia de aumentar el volumen de las remesas y reducir sus costos. Los objetivos mundiales incluyen la meta de reducir los costos de las remesas al 3% para 2030. Actualmente, el costo medio de enviar dinero a la mayoría de los países africanos duplica con creces dicha cifra. Si se aumenta la competencia en los mercados de remesas, se mejora el acceso a las cuentas bancarias y se evitan las asociaciones exclusivas entre las empresas de transferencias monetarias y las oficinas nacionales de correo, se pueden reducir los costos de las remesas. Las remesas a través de los canales oficiales pueden fomentarse aplicando políticas macroeconómicas prudentes que eviten la práctica de múltiples tipos de cambio en los países receptores.

La pandemia de COVID-19 y la guerra en Ucrania también pusieron de manifiesto la necesidad de contar con datos frecuentes y oportunos. El Banco Mundial, bajo los auspicios de la Alianza Mundial de Conocimientos sobre Migración y Desarrollo (KNOMAD), y en colaboración con 45 países, ha puesto en marcha RemitStar, un grupo de trabajo internacional cuyo objetivo es mejorar los datos sobre los flujos de remesas.

Nos hemos comprometido a incrementar las remesas para los millones de personas y comunidades pobres de todo el mundo. Es posible que resulten fundamentales para sostener las economías cuando más lo necesitan.

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