El ámbito de la cultura, con frecuencia es considerado como un sector poco próspero, a excepción de las grandes “estrellas” de película y de música o de los artistas afamados. Sin embargo, el sector creativo además de sus funciones culturales puede constituirse en un negocio rentable, aún cuando no acata al sector publicitario y a los medios masivos de comunicación.

Según la Red de Inversiones y Exportaciones (Rediex), dependiente del Ministerio de Industria y Comercio (MIC), entre las obras culturales podemos citar las artes clásicas como la música, la literatura, la pintura y la escultura, además de las expresiones artísticas más recientes como el performance, la película y la animación digital. Un mercado (casi) impredecible A diferencia de otros tipos de proyectos de negocios, el mercado de la cultura depende de dos factores ampliamente impredecibles: Por una parte, el desempeño del artista o artesano para generar obras sobresalientes depende de su “genio” o intuición, que muchas veces no se pueden planear mediante un esquema rígido de plazos de entrega.

Al respecto, el autor austriaco Stefan Zweig (1881-1942) nos indica que “ningún artista es artista de forma ininterrumpida durante las veinticuatro horas de su día diario; todo lo esencial, todo lo permanente que alcanza siempre sucede solo en los pocos y raros momentos de inspiración”. Esto, sin embargo no significa que la actividad artística fuera reducida a estos momentos reducidos.

En cambio, el éxito necesita del intenso ensayo, improvisación y experimentación. Por otra parte, es el mismo mercado cuya reacción en muchas ocasiones es difícil de prever hasta que la obra cultural haya sido presentada, correspondiendo una función esencial a los comentaristas de los medios de comunicación. Hoy en día, los medios digitales permitieron una diversificación de la función evaluadora. Cuando menos el artista se adecue a la “corriente general”. Son frecuentes los artistas y artesanos vanguardistas cuya fama recién se generó con años y décadas se rezago, sin que el mismo creador haya sacado un provecho económico o social de sus obras. Una vez que la sociedad haya reconocido el valor artístico de una obra tangible, el incremento de su valoración puede ser exorbitante. Como efecto secundario, actualmente se observa la adquisición de obras de arte con propósitos especulativos por personas privadas, aún sin afinidad individual hacia la obra.

Para el año 2015, se estima un mercado global de obras artísticas en el orden de los 57.000 millones de dólares. Participantes y mecanismos de inversión Para una persona de altas capacidades como artesano, el factor económico en muchas ocasiones implica la decisión de dedicarse a un oficio más “sólido” que permite ingresos estables, dedicándose al arte como afición con lo que le resta en tiempo y en energía. Como excepción pueden indicarse a las personas cuyo contexto económico y familiar le permita una dedicación intensa a lo artístico con el tiempo requerido para el desarrollo de las capacidades.

Sin embargo, existen modelos económicos que permitan la inversión en las obras de arte, otorgando al artesano a su vez la libertad y el espacio necesario para su desarrollo.

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