En pleno debate en el Pacto de Toledo sobre la reforma del sistema de pensiones, y con el la Seguridad Social esquivando tensiones financieras a cuenta de la subida de las pagas, el FMI arroja en un informe dos líneas maestras que podrían cerrar la sangría entre ingresos y gastos del Sistema, según publicó hoy el periódico español El Economista.

En el informe publicado en la madrugada del miércoles, El futuro del ahorro: El papel del diseño de los sistemas de pensiones en un mundo envejecido, el organismo expone diferentes alternativas para paliar los desequilibrios financieros que amenazan la salud de las economías desarrolladas, con especial atención al papel de los más jóvenes.

Así, para las prestaciones de jubilación excesivamente generosas debido a los altos coeficientes de prestaciones o a la baja edad legal de jubilación se pueden interactuar con las tendencias demográficas proyectadas para reducir el ahorro agregado. De este modo, la reducción de la generosidad de las pensiones públicas, «mediante la reducción de las prestaciones de jubilación anticipada o de los coeficientes de prestaciones» podría atenuar las vulnerabilidades fiscales a largo plazo y moderar la caída del ahorro agregado.

‘Deberes’ para menores de 28 años

Para contrarrestar estas tendencias, los trabajadores de hoy tendrán que prepararse para el futuro ahorrando más y ampliando su vida laboral. En las economías avanzadas, donde las pensiones se han reformado en gran medida, para los nacidos entre 1990 y 2009, las simulaciones sugieren que el aumento de la edad de jubilación en cinco años (del promedio actual de 63 a 68 años en 2050) cerraría la mitad de la brecha proyectada en los coeficientes de prestaciones en relación con los jubilados actuales. Además, si los miembros de la misma cohorte reservaran un 6 por ciento adicional de sus ingresos cada año, cerrarían la otra mitad de la brecha en la relación de beneficios. Las políticas del sector financiero y del mercado laboral podrían apoyar estos cambios de comportamiento, teniendo en cuenta la escasa cultura de ahorro en algunos países afectados, como España.

Además, el FMI pide impulsar el ahorro privado mediante la mejora de la arquitectura del sistema de pensiones. La presencia de un esquema de prestación definida puede apoyar tasas de ahorro privado más altas, atenuando el efecto negativo del envejecimiento sobre el ahorro nacional.

«Los países con un entorno favorable podrían considerar la posibilidad de complementar el sistema público de pensiones con un sistema de capitalización de los países en desarrollo», señala el Fondo.

Sin embargo, estas reformas no son la panacea para hacer frente al desafío del envejecimiento; por ejemplo, es posible que muy pocas personas estén cubiertas o contribuyan al sistema, o que las contribuciones a lo largo de la vida laboral de una persona no sean suficientes para proporcionar las prestaciones de pensiones adecuadas en el momento de la jubilación, ya que muchos fondos de pensiones privados carecen de fondos de pensiones. Además, señala que «los rendimientos futuros de los ahorros (tipos de interés y de inversión) en un mundo que envejece podrían ser inferiores, lo que daría lugar a rendimientos inferiores a los esperados sobre los activos acumulados en dichos sistemas».

Por ello, desde el organismo que dirige Christine Lagarde se reconoce que aunque las reformas en curso y previstas mejorarán la sostenibilidad del sistema de pensiones también disminuirán las ratios medias de prestaciones considerablemente en muchos países. Por lo tanto, «habría que calibrar cuidadosamente las reformas adicionales del sistema de pensiones para evitar que se reduzca el bienestar de los futuros jubilados y se alimente la pobreza entre las personas mayores», señala el informe.

Compartir