Una compra de Bankia por parte de BBVA tendría encaje de negocio por la complementariedad geográfica, como ha admitido José Ignacio Goirigolzarri. Otra cosa bien distinta es si la operación tendría sentido económico y si el banco que preside Francisco González estaría dispuesto a emprenderse en una integración de tal magnitud en sus últimos meses de mandato. Solo contaría con el aliciente de que el BCE permitiera al banquero gallego continuar su mandato más allá de octubre de 2019, cuando tiene que jubilarse al cumplir los 75 años de edad.

Para la adquisición BBVA podría lanzar una oferta en efectivo, para lo que debería ampliar su capital en mucho más de 24.000 millones, que es el dinero que Bankia tiene que devolver al Estado por el rescate, incluidas las ayudas de BMN, a no ser que el Gobierno estuviera dispuesto -que se antoja más que improbable- a sufrir un desgaste político por las pérdidas definitivas para el erario público. Dicha cantidad es más de la mitad de la capitalización bursátil de BBVA en la actualidad, lo que complica aún más esta opción.

La otra vía para la transacción sería el canje de acciones. Ésta es más viable y es la que manejó el Ministerio de Economía hace unos años en la hoja de ruta para que Bankia pudiera acelerar la devolución del rescate y, por qué no, para desalojar a González de BBVA tras los plantes de éste a varios de sus proyectos durante los peores años de la crisis, como la creación del banco malo para sanear las antiguas cajas de ahorros.

Con el intercambio de títulos el Estado, a través del Frob, acapararía más de un 10% del capital del nuevo grupo, que sería el mayor en España por volumen de activos, superando al Santander y a CaixaBank. A precios actuales, sin tener en cuenta un hipotético descuento, el fondo de reestructuración controlaría un 13%, lo que supondría, con casi total seguridad, que varios representantes del Ejecutivo se sentarán en el consejo de administración.

Este hecho es un freno a que la integración pueda salir adelante, al igual que las previsibles limitaciones que se impondrían a los directivos del banco -de sueldos, entre otras-. En este caso, es probable que BBVA también tuviera que llevar a cabo una millonaria ampliación de capital ante las necesidades solvencia para asumir la entrada en balance de los negocios adquiridos, una partida que solo se podría rebajar sustancialmente a precios de ganga. Por eso Goirigolzarri apuesta como escenario central que Bankia siga en solitario y que el Estado vaya vendiendo su participación en bolsa.

Fuente: El Economista

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