En los últimos años, el Reino Unido se ha enfrentado a toda una serie de golpes económicos: desde la pandemia y los efectos de la invasión rusa de Ucrania hasta el caos desatado por Liz Truss durante su brevísima estancia en Downing Street. Pero el principal problema que sufren las cuentas del país viene de 2016: el Brexit, una decisión que ha costado un 5,5% del PIB del país en los dos años desde que entró en vigor, según un estudio publicado hoy miércoles por el diario español El Economista.

El Centro para la Reforma Europea (CER, en inglés), un think tank centrado en la relación con la UE, ha calculado que la economía del país es un 5,5% más pequeña de lo que habría sido sin el hundimiento del comercio en el Canal de la Mancha, la escasez de trabajadores que antes venían del Este a cubrir vacantes, y el papeleo y las trabas aduaneras a las que se enfrentan las firmas británicas que quieran exportar al continente.

Los efectos de este golpe, provocado exclusivamente por las propias decisiones británicas, ha repercutido en el agujero fiscal al que se tiene que enfrentar el actual Ejecutivo de Rishi Sunak, que se ha visto obligado a anunciar recortes de gasto y subidas de impuestos generalizadas. Gran parte de esos costes, asegura el informe, podrían haberse evitado sin la decisión de abandonar el Mercado Común.

«El golpe del Brexit ha llevado inevitablemente a aumentos de impuestos, porque una economía con un crecimiento más lento requiere impuestos más altos para financiar los servicios y las ayudas públicas«, escribió John Springford, subdirector del CER.

El estudio cuantifica en un 11% la caída de la inversión y en un 7% la caída en el comercio transfronterizo en el segundo trimestre de 2022. El efecto ha sido lastrar a la economía británica, que está sufriendo más inflación y una recesión más profunda que la Zona Euro y gran parte del continente, pese a tener una menor exposición directa a la crisis energética provocada por Rusia.

En concreto, el modelo desarrollado por el equipo de Springford calcula que, sin el Brexit, los ingresos fiscales habrían sido de unos 40.000 millones de libras más que en la actualidad, lo que habría compensado casi por completo los recortes y subidas de impuestos por valor de 46.000 millones anunciados por el ministro de Hacienda, Jeremy Hunt, a mediados de noviembre.

El estudio del CER analiza la evolución de 22 países cuyo modelo económico, intensidad de comercio y crecimiento eran muy parecidos a los del Reino Unido, y compara cómo le ha ido a la media de esos países ‘hermanos’ con la evolución de la economía británica en los últimos dos años.

Springford cree que el Reino Unido no ha sufrido un mayor impacto económico por el covid que esos otros países, lo que hace que el efecto del Brexit sea más fácil de separar. «Según lo medido por el exceso de muertes durante la pandemia, Reino Unido se ubicó en la mitad de la tabla a nivel mundial», dijo. «Así que hay pocas razones para creer que las cicatrices a largo plazo en la economía sean más grandes que las de otros países, en promedio».

Y la ristra de decisiones tomadas por los últimos Gobiernos han provocado un agujero notable en sus cuentas, comparado con el resto de países ‘hermanos’. El déficit público del país alcanzó los 105.000 millones de libras hasta agosto, y los cálculos de la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria (la AIReF británica) esperan que cierre el año en 177.000 millones, triplicando las cifras del año pasado y batiendo las previsiones más pesimistas de los expertos.

Ese déficit ha provocado que el Gobierno esté reduciendo al mínimo las ofertas de subidas salariales a los empleados públicos, lo que ha desatado una ola de huelgas. Este mes están parando de forma intermitente el correo, los trenes, las ambulancias y los enfermeros, entre otros. Sunak, que no puede permitirse subir el coste de los trabajadores públicos en sus maltrechas cuentas, se ha negado a ceder, y amenaza con aprobar leyes para restringir el derecho a la huelga.

 

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