La economía mundial sigue recuperándose gracias a la combinación de un mayor control de la pandemia y fuertes estímulos monetarios y fiscales. En las dos áreas, aunque las perspectivas sean positivas, existe mucha incertidumbre y todavía quedan varios obstáculos en el camino. A nivel mundial, desde mediados de julio el número de nuevos casos y de nuevas muertes por semana parece haberse estabilizado. Sin embargo, cuando hablamos a nivel de país hay dinámicas muy distintas, según un reciente estudio de la Fundación Getulio Vargas (FGV) del Brasil.

En los países más pobres, como India, la pandemia sigue propagándose, entre otras cosas, porque allá empezó más tarde. En los países de ingresos medios y, principalmente, entre las economías avanzadas, el peor momento de la pandemia parece haberse quedado atrás. Esto ayuda a explicar por qué el ritmo y la forma de recuperación económica no ha sido uniforme en todos los países. Entre los desarrollados, los de Europa deben mostrar mejores resultados, pues, además de estar en un ciclo más avanzado de la pandemia, la región se ha destacado por su capacidad de controlar nuevos brotes y de rastrearlos.

A pesar de ello, en algunos países, como España y Alemania, el aumento en el número de nuevos casos diarios es preocupante. En EUA, después de sufrir una caída del PIB del 9,5% en el segundo trimestre, respecto al trimestre anterior, los datos de alta frecuencia de julio muestran que la economía está perdiendo fuerza debido a los brotes de virus en varios estados. En las últimas semanas, sin embargo, ha habido una desaceleración en el número de nuevos casos diarios.

En términos sectoriales, la recuperación de la economía mundial ha sido liderada por la
industria y el comercio, con la reanudación del sector de servicios aún limitada por las medidas de distanciamiento social. No obstante, incluso en los servicios los indicadores muestran una recuperación a partir del peor momento, que fue en abril. Desde el punto de vista de la economía mundial, el impacto de la pandemia debe continuar  disminuyendo y no debe impedir una significativa expansión del PIB en el tercer trimestre. Así,aunque se tema una nueva ola en el otoño del hemisferio norte, época de alta incidencia del virus de la influenza, ella no conducirá a nuevos cierres generalizados.

Sin embargo, con la mirada en el futuro, mucho dependerá de la buena gestión de la política macroeconómica. Hasta ahora, los estímulos sorprendentemente fuertes, tanto en el área monetaria como, principalmente, en la fiscal, han sido claves para tejer una red de protección social y evitar una recesión más profunda. Europa también se ha destacado en este aspecto por la intensa coordinación en las políticas de estímulos fiscales.

Ya en EUA, aunque los estímulos hayan sido aún mayores que en Europa, la demora en el acuerdo sobre la renovación de las políticas de estímulo y un clima político turbulento, debido a las elecciones presidenciales, pueden impedir que la aceleración de la actividad en el país se dé más rápidamente.

La indefinición sobre el mantenimiento de las políticas de estímulo en EUA permanece en el radar de los inversionistas. En el segundo trimestre, el gobierno liberó más de US$ 500 mil millones en transferencias a las familias, un estímulo esencial para evitar un mayor descenso del consumo en el período. La falta de acuerdo entre los partidos políticos genera inseguridad sobre la reactivación del consumo de las familias, pues el mercado de trabajo continúa muy frágil. A pesar de que el número de solicitudes semanales del seguro de desempleo cayó por debajo de 1 millón en la primera semana de agosto, por primera vez desde marzo, la tasa de desempleo fue del 10,2% en julio, según datos desestacionalizados.

En este contexto, la intensificación de las tensiones entre EUA y China en las últimas semanas, con una nueva ronda de sanciones entre los dos países, tampoco ayuda. Estados Unidos ha impuesto nuevas sanciones a las empresas chinas y, recientemente, se han ampliado las restricciones a Huawei, con el objetivo de limitar el acceso de la gigante china de telecomunicaciones a la tecnología norteamericana.

América Latina y el desafío

En América Latina el desafío es aún mayor porque, además de tener altos niveles en el número de nuevos casos de COVID-19, se intensifica la presión por más gastos fiscales. Sin embargo, el espacio fiscal para estas políticas es mucho más limitado en la región. Y este es el caso de Brasil. En consonancia con la tendencia mundial, los datos brasileños indican una recuperación aún muy incipiente del sector de servicios, con destaque negativo para los servicios prestados a las familias, según datos de la Pesquisa Mensal de Serviços (PMS) y del Monitor del PIB del IBRE.

Se prevé una contracción del PIB del 8,8% en el segundo trimestre en comparación con el primero. En términos acumulados, la caída del primer semestre será del 11,1%, un récord histórico, de acuerdo con los datos del Monitor del PIB, con estimaciones trimestrales del PIB desde 1980. Para julio y agosto, los sondeos del IBRE también indican que el proceso de reanudación de la actividad continúa. En particular, el avance del Índice de Confianza Empresarial, que incorpora a los cuatro principales sectores de la economía (industria, servicios, comercio y construcción civil), ha ascendido de 87,5 a 93,3 puntos en agosto. Sin embargo, la recuperación de la confianza empresarial tampoco ha sido homogénea en todos los sectores, siendo más consistente en la industria y el comercio que en servicios y construcción. Además, el avance del Índice de Confianza del Consumidor cayó de 78,8 para 75,8 puntos en el período, manteniéndose muy por debajo del valor de 87,8 puntos, registrado en febrero.

Según estimaciones del IBRE, el escenario de recuperación debe continuar en los próximos meses, pero a ritmo más gradual debido a la cautela de los consumidores, en un contexto de mercado laboral muy frágil. Estimamos que la tasa de desempleo en el mes de junio alcanzó el 14,2%, muy por encima del 13,3% que la PNAD-C obtuvo para el promedio del segundo trimestre. Además, el fin de los estímulos fiscales debe generar una reducción en la masa salarial ampliada, limitando el crecimiento del consumo de las familias.

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