Con el Fondo Monetario Internacional confirmando que la economía global se encuentra ya en una recesión con vistas a ser mucho peor que la registrada por la crisis financiera, los dardos lingüísticos del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, empeñado en referirse a COVID-19 como el «virus chino», y el opaco halo de cifras en el epicentro de la pandemia, entorpecen aún más una próxima recuperación.

Prueba de ello quedó demostrado en la jornada del viernes, cuando Trum y su homólogo chino, Xi Jinping, mantuvieron su primera conversación telefónica directa desde comienzos de febrero, cuando las infecciones desbordaban la gigante asiático y la administración estadounidense quiso garantizar quePekín obedecería al compromiso del acuerdo comercial rubricado pocas semanas antes.

Desde entonces, el inquilino de la Casa Blanca ha mantenido contacto continuo con los líderes de países aliados afectados por el brote sin precedentes del coronavirus pero, al contrario de lo que ocurrió en la crisis financiera, el contacto directo entre el Despacho Oval y Pekín no ha hecho acto de presencial hasta finales de esta semana.

«Acabo de terminar una muy buena conversación con el presidente Xi de China. Hablamos en gran detalle sobre el coronavirus que está devastando grandes partes de nuestro planeta», tuiteó el mandatario estadounidense, quien recalcó que el país asiático «ha pasado por mucho y ha desarrollado una sólida comprensión del Virus. Estamos trabajando muy juntos. ¡Mucho respeto!».

El republicano evitó referirse a la enfermedad como el «virus chino» mientras Xi dejó claro al estadounidense que las relaciones entre ambos estaban en un «momento crítico» y prometió cooperar para vencer la pandemia, según informó la agencia de noticias Xinhua.

Recortes arancelarios

Sin embargo, un día antes, durante la teleconferencia de emergencia de jefes de Estado y de Gobierno del G20, donde los países más grandes del planeta se comprometieron a inyectar 5 billones de dólares a la economía global, el presidente chino propuso recortes arancelarios y la eliminación de las barreras comerciales para evitar que la economía mundial caiga en recesión. Al fin y al cabo, como pone de manifiesto Iris Pang, economista de ING, «China se encuentra ahora en la etapa de recuperación pero ésta dependerá de la evolución de las infecciones a nivel mundial».

La producción industrial de la segunda mayor economia del mundo ha caído un 13,5% interanual hasta la fecha, las inversiones en activos fijos han borrado un 24,5% interanual y las ventas minoristas se han desplomado un 20,5% interanual. La consultora Caixin indicó que durante los primeros dos meses de este año, las ofertas laborales se redujeron en más de un 30%,  una prueba más de la disrupción masiva del COVID-19.

La rumorología

Al mismo tiempo, en un momento en que EEUU se convierte en el nuevo núcleo global de las infecciones, las cifras oficiales procedentes de China continúan generando incredulidad. Caixin apuntaba en un informe que muchas de las personas que murieron tenían síntomas de Covid-19, pero no fueron examinadas y por ello excluidas del recuento final.

Durante las últimas semanas, las tensiones diplomáticas entre ambos países han aflorado a través de distintas fuentes. El secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, se sumaba a Trump al referirse al coronavirus como el «virus de Wuhan» mientras un portavoz del Ministerio de Exteriores chino instigó rumores en Twitter acusando al miembros del ejército de Estados Unidos de ser los responsables del brote.

Las rencillas relacionada con el coronavirus están reforzando aún más el distanciamiento entre las dos mayores economías del mundo en otros ámbitos. De hecho, según Reuters, esta semana funcionarios de la administración Donald Trump acordaron nuevas medidas para restringir el suministro global de chips a Huawei, a medida que la Casa Blanca aumenta la presión sobre China.

Los cambios, de ser implementados, obligaría a las compañías extranjeras que usan semiconductores estadounidenses en sus equipos a obtener una licencia antes de suministrar ciertos productos a Huawei.

Fuente: El Economista

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