China ha decidido inyectar estímulos de nuevo en su economía ante la pérdida de tracción de la actividad durante la última parte del año 2021. El PIB de China creció un 8,1% en 2021 después de que la rápida recuperación de la economía de la pandemia se desvaneció en la segunda mitad del año en medio de la escasez de energía y la agitación en el sector inmobiliario, según mostraron datos oficiales el lunes. El PIB chino se expandió solo un 4% en el cuarto trimestre del año pasado, el ritmo más lento desde el comienzo de la recuperación tras la crisis del Covid-19 en el segundo trimestre de 2020.

El crecimiento anual se debió en parte a una base de comparación baja en 2020, cuando la economía se vio afectada por la pandemia de Covid-19 y creció solo un 2,3%. El aumento del último trimestre fue más lento que el crecimiento del 4,9% en el tercer trimestre, el 7,9% en el segundo trimestre y el 18,3% en el primer trimestre.

Más estímulos

Ahora, los líderes chinos esperan poder poner un suelo a la pérdida de tracción de la economía y han lanzado nuevas medidas de estímulo. De esta forma, Pekín flexibiliza algunas de sus políticas restrictivas anteriores. Por ejemplo, aumenta los préstamos hipotecarios para compradores de viviendas. El banco central del país recortó ayer dos tasas de interés clave para allanar el camino para nuevos recortes en la tasa de interés de referencia.

«Si bien el producto interno bruto del país se expandió un 8,1% en 2021 respecto al año anterior, la cifra «enmascara una pérdida significativa del impulso del crecimiento», señaló Eswar Prasad, profesor de política comercial y economía en la Universidad de Cornell, quien señaló al Wall Street Journal la débil demanda de los consumidores causado por las estrictas medidas de China contra el coronavirus Covid-19.

«Es probable que se den a conocer más medidas de estímulo si las circunstancias internas y externas siguen siendo desfavorables», indica Prasad, exjefe de la división de China del Fondo Monetario Internacional. También hay riesgos en la relajación demasiado rápida o dramática, lo que subraya la cuerda floja que las autoridades deben caminar este año», añade.

Según los expertos, esta nueva política de estímulos también tiene sus problemas. La flexibilización de las restricciones amenaza con dejar sin resolver problemas enconados desde hace mucho tiempo, como un mercado inmobiliario espumoso, una tasa de natalidad en rápido descenso y una desigualdad social cada vez mayor, lo que podría socavar aún más el objetivo de Pekín de garantizar un crecimiento estable.

Muchos economistas esperan que Beijing establezca un objetivo de crecimiento de al menos el 5% este año, en gran medida en línea con la trayectoria previa a la pandemia.

 

Fuente: eleconomista.es

Compartir