El Banco Central Europeo (BCE) ha cumplido con su palabra y ha vuelto a subir los tipos de interés. El incremento que su Consejo de Gobierno ha decretado este jueves ha sido de 25 puntos básicos, al igual que las dos ocasiones anteriores (en mayo y junio pasados). La institución monetaria sitúa de esta forma el precio del dinero en la eurozona en el nivel más alto desde 2001 y, asimismo, en el máximo histórico en el caso de la tasa de depósito, que es el tipo que toman como referencia los analistas y los mercados, según publicó el diario español El Economista.

En detalle, la tasa de depósito (donde los bancos de la eurozona aparcan su liquidez) ascenderá a partir del próximo 2 de agosto al 3,75%, una cota no vista en más de dos décadas y la más alta de su existencia.

Al mismo tiempo, el tipo principal de refinanciación sube al 4,25%, un nivel que no se alcanzaba desde 2008. Mientras, la facilidad marginal de crédito (ventanilla de emergencia donde acuden los bancos a pedir liquidez) asciende hasta el 4,5%. Este tipo llegó a situarse en el 4,75% a principios de siglo.

¿Qué hará en septiembre?

La de este jueves no ha sido más que la novena alza de los tipos consecutiva. El BCE comenzó a endurecer con firmeza su política monetaria hace un año: desde julio de 2022 los tipos de interés han escalado ya 425 puntos básicos. El banco central no había encarecido tanto el dinero en tan poco tiempo nunca antes en sus 25 años de existencia. Pero el de hoy era un movimiento más que asumido por los expertos. El quid de la cuestión realmente está en las pistas que el organismo da de cara a su próxima reunión, agendada para el 14 de setiembre.

A lo largo de las últimas semanas se han sucedido declaraciones del Consejo de Gobierno tanto abogando por más aumentos de los tipos como abriendo la puerta a una pausa en las alzas después del verano. Ayer mismo la Reserva Federal (Fed), que volvió a incrementar los tipos en EEUU un 0,25%, dejó en el aire el alza de septiembre que había telegrafiado a lo largo de las últimas semanas.

Más allá de rubricar la subida de tipos que ya se descontada, el comunicado incluye un importante cambio en su redacción respecto al comunicado de junio. Si en la última ocasión se recogía la frase «los tipos se llevarán a niveles suficientemente restrictivos en decisiones futuras», ahora la oración pasa a ser: «Las futuras decisiones del Consejo de Gobierno garantizarán que los tipos de interés oficiales del BCE se fijen en niveles suficientemente restrictivos durante el tiempo que sea necesario«. Esa modificación era necesaria si el banco central quería que no se sacase la conclusión automática de que habrá otra subida de tipos en septiembre.

«El Consejo de Gobierno seguirá aplicando un enfoque dependiente de los datos para determinar el nivel y la duración adecuados de la restricción. En particular, sus decisiones relativas a los tipos de interés seguirán basándose en su valoración de las perspectivas de inflación a la luz de los datos económicos y financieros entrantes, de la dinámica de la inflación subyacente y de la fortaleza de la transmisión de la política monetaria», continúa la nota del BCE, remarcando el énfasis en los datos entrantes.

Gilles Moëc, analista de AXA IM, destacaba antes de la reunión el «incómodo hecho» de que la claridad de intenciones del redactado del anterior comunicado «era difícilmente compatible con el modo dependiente de los datos en el que el Consejo de Gobierno afirma estar».

Desde Bank of America (BofA) tampoco esperaban mucha orientación por parte del banco central. «Dado que la atención sigue centrada principalmente en la inflación subyacente [que repunto en junio], en nuestra opinión la puerta a una subida en septiembre seguirá abierta», indicaban sus analistas en un informe previo a la cita de este 27 de julio.

Por su parte, Cristina Gavín, jefa de renta fija de Ibercaja Gestión, resaltó en un comentario de ayer que el frenazo de la economía alemana, la mayor del Viejo Continente, «puede ser otro factor clave» en la futura toma de decisiones del BCE además del comportamiento de los precios. Por ello, Gavín opina que «la probabilidad de una subida de tipos para septiembre se aleja, y podríamos estar ante la última subida de tipos de este ciclo», siempre que la inflación siga con su tendencia descendente. Eso sí, matiza que es pronto para hablar de cambio de rumbo en el BCE: «No veríamos el inicio del ciclo de bajadas antes de la primera mitad de 2024».

Un nuevo revés para la banca

Aparte de la nueva subida de los tipos, el Banco Central Europeo ha decidido fijar en el 0% la remuneración de las reservas mínimas. Esto implica que los bancos de la zona del euro no verán retribuidas las reservas mínimas que deben mantener obligatoriamente en las cuentas que tienen abiertas en los bancos centrales nacionales (en el caso español, el Banco de España).

¿Por qué el BCE sube los tipos de interés?

Con su actual política agresiva o hawkish, el Banco Central Europeo busca ahogar la demanda y, por tanto, reducir la presión sobre los precios para que estos dejen de subir con tanta fuerza. El BCE tiene que cumplir con el mandato que le da el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea: garantizar la estabilidad de precios en la zona euro. Más en concreto, tiene como objetivo situar la tasa de inflación alrededor del 2%, algo que no espera lograr hasta 2025 como pronto (según indicó el propio BCE tras la reunión del mes pasado).

Actualmente el banco central se mueve en un entorno complicado. Por un lado, si bien el índice de precios al consumo (IPC) se ha relajado considerablemente desde el máximo en la serie histórica del 10,6% interanual que alcanzó en octubre, continúa muy por encima de su meta (en el 5,5%, último dato de junio). La inflación subyacente (que excluye los más volátiles precios de la energía y los alimentos) y la de los servicios también permanecen por encima del 5%, siendo el flanco que más preocupa a los funcionarios del Eurobanco. Esta persistencia aviva la posibilidad de que la dinámica se traslade a los salarios, aumentando los riesgos de una retroalimentación.

Por otro lado, sin embargo, la economía de la zona del euro se ve acechada por una recesión (que esquivó por la mínima a comienzos de año): según los datos preliminares de julio de los índices PMI, la actividad se está contrayendo este mes por primera vez en lo que va de año. En este punto, el caso particular de Alemania (esta semana se han conocido unos PIB muy a la baja, un Ifo -confianza empresarial- nuevamente decepcionante y unas previsiones del FMI que aquilatan la recesión) puede dar los mejores argumentos a las palomas del Consejo de Gobierno para frenar las subidas de tipos.

Algo que no parecen compartir los halcones alemanes -Joachim Nagel (Bundesbank) e Isabel Schnabel-, que parecen dispuestos a tolerar un mayor deterioro económico a cambio de someter a la inflación. Una postura a la que ya no parecen aferrarse todos los halcones del BCE. La semana pasada, el gobernador neerlandés, Klaas Knot, uno de los más significados miembros del ala hawkish salía a poner en duda la subida de tipos en septiembre.

La teoría económica dice que el impacto de la política monetaria tarda en notarse en la economía pasados al menos seis, o incluso un año. Es por ello que la amplia mayoría de expertos consideran que la elevación de los tipos, todavía en marcha, aún no ha dado su último ‘golpe’, aunque las consecuencias (aparte de la desinflación) ya están siendo palpables: el euríbor está por encima del 4% y las hipotecas a tipo variable en España se encarecen de una forma no vista en casi tres lustros.

Ello está lastrando la demanda de este tipo de préstamos, al igual que sucede en el ámbito corporativo. Precisamente esta semana el BCE publicó la encuesta de préstamos bancarios relativa al segundo trimestre del año. La demanda de préstamos y líneas de crédito por parte de las empresas se desplomó entre abril y junio hasta un nuevo mínimo histórico como consecuencia de la subida de los tipos de interés y la caída de la inversión. Los datos anticipan una nueva caída en el tercer trimestre, aunque de menor intensidad. En esos tres meses, la demanda neta de préstamos de las empresas de la zona del euro se redujo considerablemente, con un porcentaje neto del -42%, frente al -38% del trimestre anterior, lo que implica un mínimo histórico desde el inicio de la encuesta del BCE en 2003, publicó El Economista.

 

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