En el marco de la COP27 fueron analizadas las barreras actuales que enfrentan los países de América Latina, por ejemplo, Panamá, Paraguay y Uruguay para una transición a gran escala hacia la electromovilidad y presentar el mecanismo técnico y financiero previsto en el Programa de movilidad eléctrica y transporte bajo en carbono.

El transporte contribuye con casi una cuarta parte de las emisiones mundiales actuales de gases de efecto invernadero (GEI) relacionadas con la energía y está creciendo más rápido que cualquier otro sector de uso final de la energía. Limitar el aumento de la temperatura global a menos de 2 grados centígrados requiere cambiar esta trayectoria de emisiones del transporte, lo que implica el desarrollo de un ecosistema integrado de electromovilidad que abarque varios modos de transporte, junto con la producción de electricidad e hidrógeno con bajas emisiones de carbono (Declaración de París sobre electromovilidad y Cambio Climático y Llamado a la Acción, 2015). Para lograr este objetivo, el modelo de la Agencia Internacional de Energía (IEA) dice que los vehículos eléctricos (EV) deben representar el 35% de las ventas globales en 2030.

En este marco, la electrificación cambia las reglas del juego y es imprescindible si se quiere lograr la carbono neutralidad. Ningún cambio y ninguna medida de mejora por sí solo será capaz de alcanzar carbono neutralidad en el sector del transporte. La electrificación junto con una red libre de combustibles fósiles crea esta oportunidad. Además, la electrificación de los autobuses y taxis del transporte público (PT) es un componente importante no solo para modernizar y mejorar el sistema de transporte público de los países, sino también para introducir modelos comerciales nuevos y más sostenibles en el sector. Esto da como resultado autobuses nuevos y atractivos que incentivan a los pasajeros a usar el transporte público y también una mejor asignación de riesgos para todas las partes interesadas.

Para lograr este objetivo, los sistemas de transporte público deben requerir el establecimiento de nuevos modelos comerciales que aumenten la estabilidad financiera y la eficiencia económica de los operadores y sistemas de transporte público, por ejemplo, a través de la separación de la propiedad de los autobuses y las operaciones de los autobuses y la introducción de nuevos inversores con sólida base financiera para el sector. Este cambio de modelos de negocio incitado por la movilidad eléctrica se puede observar claramente en Chile y en Colombia. Esto da como resultado que la movilidad eléctrica cambie las reglas del juego no solo en términos de fomentar vehículos de bajas emisiones, sino también en la modernización del sistema de transporte público, aumentando su atractivo y, por lo tanto, resultando en un importante cambio de modo hacia el transporte público en comparación con una situación de “business as usual”.

Con el fin de abordar las barreras de la región y generar el entorno propicio, incluida la confianza de los inversores, el programa de movilidad eléctrica y transporte bajo en carbono (EMOTION) busca acelerar el despliegue de EV a través de un cambio de paradigma bajo un enfoque holístico. Esto implicará componentes de asistencia financiera y técnica específicos de cada país. El objetivo debe ser transitar hacia sistemas de transporte masivo más limpios, mejor organizados, más eficientes, equitativos, cómodos, seguros, sostenibles y asequibles, utilizando los vehículos eléctricos como punta de lanza para promover este cambio.

EMOTION busca implementar intervenciones para poner en marcha el despliegue masivo de EV mucho antes que en un escenario Business As Usual (BAU) mediante la reducción del perfil de riesgo de las inversiones y mediante una asistencia técnica integral. El valor estratégico clave del Programa es que funciona como un acelerador de mercado que permite una adopción mucho más rápida de la movilidad eléctrica que en un escenario BAU, evitando el bloqueo de activos de larga duración en tecnología fósil. Este programa busca contribuir a cerrar la brecha entre los pilotos iniciales y los objetivos a largo plazo.

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