La inteligencia artificial podría impulsar la productividad de Europa, pero los beneficios dependerán de los esfuerzos por profundizar el mercado único y de la calibración de la regulación.
¿Puede la inteligencia artificial dar el impulso que tanto necesita la productividad económica de Europa? El uso de la IA se está extendiendo mucho más rápido que el de tecnologías anteriores, como el ordenador personal e internet. Además, la IA promete importantes aumentos de productividad al automatizar numerosas tareas y potenciar las capacidades humanas.
Sin embargo, la consecución de grandes beneficios dependerá del compromiso de los países europeos con reformas que impulsen el crecimiento y de su disposición a flexibilizar la normativa para favorecer el desarrollo de la nueva tecnología. En ausencia de reformas, una investigación realizada por técnicos del Fondo Monetario Internacional (FMI) muestra que el aumento de la productividad a medio plazo derivado únicamente de la IA variaría considerablemente entre países, y para Europa en su conjunto sería bastante modesto: alrededor del 1,1 % acumulado en cinco años. Con reformas que fomenten el crecimiento, en cambio, es posible obtener beneficios mucho mayores a largo plazo.

Cómo la IA ayuda a la productividad ahora
Tres factores impulsan los efectos de la adopción de la IA en la productividad, tanto a nivel general como puntual:
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Exposición a la IA en diferentes sectores y ocupaciones: el grado en que la IA puede automatizar o aumentar las tareas;
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Los incentivos de las empresas para adoptar la IA, en particular el potencial ahorro en costes laborales;
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Aumento promedio de la productividad en todas las ocupaciones. A diferencia de las tecnologías de automatización anteriores, la exposición a la IA es especialmente grande en el trabajo profesional, gerencial o administrativo que no es manual y a menudo se basa en el conocimiento, como las finanzas o el desarrollo de software.
Los países europeos se beneficiarían en distintos grados. Los países de mayores ingresos suelen obtener mayores beneficios debido a su mayor número de servicios de oficina, lo que los hace más vulnerables a la IA. Además, sus salarios más altos incentivan la adopción de tecnologías que ahorran mano de obra. Por ejemplo, Noruega podría obtener hasta un 5 % de beneficio en el escenario más optimista.
Es probable que los beneficios para las economías de menores ingresos sean más limitados, lo que significa que la IA podría ampliar temporalmente las disparidades de productividad en Europa. Por ejemplo, Rumanía podría aumentar su productividad en poco menos del 2 % incluso en el escenario más optimista. Los aumentos de productividad podrían ser mayores en todos los países si el coste de los sistemas de IA disminuye más rápidamente.

