La ocurrencia de heladas agrometeorológicas en Paraguay se concentra principalmente en el mes de julio, coincidiendo con el núcleo del invierno austral. Las zonas más propensas incluyen el sur y sureste de la Región Oriental, así como el oeste del Chaco.

El análisis del riesgo para el trimestre invernal muestra una alta probabilidad de heladas (superior al 70%) en el sudoeste del Chaco, mientras que áreas del centro-sur de la Región Oriental, fundamentales para la agricultura extensiva, presentan un riesgo moderado (40% a 60%). Por el contrario, el noreste del país exhibe riesgos bajos (menores al 20%), lo que evidencia una menor exposición térmica y menor vulnerabilidad. Estos patrones regionales permiten a productores y técnicos orientar estrategias de manejo del riesgo agroclimático con base en información precisa.

Los pronósticos actuales del fenómeno El Niño-Oscilación del Sur (ENOS) señalan condiciones neutrales con una probabilidad del 70% de que se mantengan durante julio y agosto de 2025. Sin embargo, existe una tendencia creciente hacia una posible transición a La Niña en los trimestres siguientes, lo que podría modificar la distribución de lluvias y temperaturas hacia finales de año.

Las proyecciones de temperatura media indican valores superiores a los normales, lo que sugiere condiciones térmicas menos propicias para la ocurrencia de heladas severas (temperaturas iguales o inferiores a 3 °C).

En cuanto a precipitaciones, para julio se proyecta un déficit de lluvias generalizado, coincidiendo con etapas fenológicas críticas de cultivos como la espigación y la floración.

Agosto continuaría con acumulados por debajo del promedio histórico, lo que podría intensificar el riesgo de estrés hídrico.

Este déficit hídrico sostenido entre julio y agosto podría comprometer el rendimiento de cultivos de otoño establecidos en fechas tempranas. Ante este escenario, se recomienda a los productores y técnicos un monitoreo constante del contenido de humedad del suelo y del estado fenológico de los cultivos, así como la implementación de prácticas de manejo que mitiguen los efectos de posibles heladas y la escasez de agua en los momentos más sensibles del ciclo productivo.

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