La deuda es mayor y crece más rápido en el 80% de la economía mundial, según el Fondo Monetario
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La política fiscal en un contexto de creciente incertidumbre implica que los presupuestos gubernamentales necesitan resiliencia, en particular en países cuyo peso económico les permite influir en las tendencias mundiales.
La deuda pública mundial podría alcanzar el 100 % del producto interior bruto mundial para finales de la década si se mantienen las tendencias actuales, según las proyecciones del Monitor Fiscal del Fondo Monetario Internacional (FMI). El aumento de la ratio de deuda pública respecto del PIB refleja las renovadas presiones económicas, así como las consecuencias del apoyo fiscal derivado de la pandemia, según el informe. Esta tendencia plantea nuevas preocupaciones sobre la sostenibilidad fiscal a largo plazo, ya que muchos países se enfrentan a crecientes retos presupuestarios.
El gráfico que acompaña esta publicación muestra que aproximadamente un tercio de los países, que representan el 80% del PIB mundial, tienen una deuda pública superior a la de antes de la pandemia y que crece a un ritmo más rápido. Más de dos tercios de las 175 economías del estudio realizado por el FMI tienen ahora una carga de deuda pública mayor que antes de la propagación de la COVID-19 en 2020.
La evolución de la deuda pública en los últimos cinco años ha presentado grandes diferencias entre países, lo que implica que la política fiscal debe variar en función de los factores y circunstancias específicos de cada país. Sin embargo, dada la incertidumbre que podría avecinarse en un contexto de fuertes tensiones en materia de política comercial, los países de todo el mundo necesitarán una resiliencia mucho mayor.
En concreto, la política fiscal debería:
Ser parte de políticas macroeconómicas generales orientadas a la estabilidad.
En la mayoría de los países, el objetivo es reducir la deuda pública y reconstruir la capacidad de gastar y responder a nuevas presiones y otras crisis económicas con un marco creíble de mediano plazo.
Impulsar el crecimiento potencial para facilitar las disyuntivas políticas. En un contexto de incertidumbre, la política fiscal debe consolidar la confianza y la estabilidad para que las economías generen crecimiento y prosperidad.
Es cada vez más vital que los gobiernos generen confianza, apliquen impuestos justos y gasten con prudencia. Los responsables políticos deberían dedicar su capital político a fomentar la confianza. Para ello, es necesario redoblar sus esfuerzos para mantener sus finanzas públicas en orden.